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¿QUÉ ES LO QUE DIOS TE ESTÁ PIDIENDO? Por Wayne Jacobsen - La Vida del Cuerpo – Septiembre de 2004


Traducción: Juan Luis Molina y Claudia Juárez
Quizá la sensación de que Jesús te está pidiendo algo ha estado ahí durante bastante tiempo. No es una cosa incesante que suceda a cada momento, pero a menudo algo ocurre, o alguna cosa que escuchas lo vuelve a desencadenar en tu memoria y te llama de nuevo la atención. De repente eres consciente de una profunda agitación en tu corazón y te lleva a pensar como llevar a cabo el deseo que tienes. Tal vez, incluso ahora mientras que estás leyendo esto te vuelva a la memoria también.
Pero igual de rápidamente que surge ese sentimiento a menudo se desvanece como llega, absorbido en las demandas diarias de la vida del siglo XXI. Las responsabilidades en el trabajo, las labores del hogar, las necesidades familiares y el ajetreo de la vida se apoderan de nuestro tiempo y nos obligan a cuidar de todo tipo de circunstancias hasta casi ocupar la totalidad de nuestro tiempo. Nos encontramos tan agotados que sólo nos resta reunir la suficiente energía para algunas breves distracciones antes de caer en la cama y comenzar la misma carrera desenfrenada a partir del día siguiente.
Éste es el ciclo de estancamiento espiritual que fácilmente puede atraparnos a cualquiera de nosotros. En lugar de vivir en la aventura de la obra de Jesús y en el propósito que tiene para nuestras vidas diariamente, somos absorbidos por la forma de pensar mundana y nos centramos más en la sobrevivencia diaria. Cuando eso ocurre, nos convertimos otra vez en parte del mundo, tan preocupados con nuestros puestos de trabajo, hogares y actividades, que perdemos nuestra conciencia de que somos parte de un reino superior. Incluso llegamos al punto de ser robados de nuestra pasión espiritual y de mantener siempre presente la voz de Jesús por las obligaciones, tradiciones y los modelos que otros nos dicen que debemos emplear.
Nos convencemos de que estamos atrapados en tiempos difíciles y de que la Presencia de Dios se alejó de nosotros, cuando nada podría ser más lejano de la realidad.

¡El Enfoque!

Él se encuentra justo donde siempre ha estado, en lo profundo de tu corazón y sirviéndose de todos los medios que puede para invitarte a vivir junto a Él, para que puedas participar en su gloria. Seguirá ofreciéndote el siguiente paso en el viaje y esperará pacientemente hasta que decidas seguirle. Por eso es tan importante que cultivemos un corazón que reconozca su voz y sea voluntarioso en seguir el camino que nos muestre. Así es como nos adentramos en la aventura de vivir en Él y escapamos de los intentos del mundo de presionarnos a pensar y actuar conforme a sus moldes.
Jesús le dijo a sus seguidores que el continuo crecimiento en su amor aparecería a medida que siguieran sus caminos. "Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor" (Juan 15: 10). Él no se estaba refiriendo a guardar la ley [como guardar un libro de reglas], sino que todo lo que hacía, era lo que veía hacer a Su Padre cada día. No hay ninguna vida, pasión y alegría en este reino sin que Jesús nos guíe, y sin la decisión de seguir sus pasos lo mejor que podamos. Él quiere ser la voz que te dirige a través de cada situación, la paz que asienta tu corazón y te hace descansar en medio de los problemas y el poder que te sostiene y levanta en medio de la tormenta.
¿Qué es lo que te está pidiendo en este mismo momento? Puede ser algo tan simple como que te relaciones con un vecino y lo llegues a conocer, o que se produzca un cambio de actitud en tu vida, utilizando algún don que Dios te haya otorgado para que cooperes en la expansión de Su reino en el mundo. Podría ser el deseo de que comiences un tiempo de estudio de Su Palabra a la hora del almuerzo en tu trabajo, o que ayudes algunos hermanos cercanos a que encuentren formas eficaces de servicios comunitarios. Podría pedirte que des dinero a alguien que se encuentre en necesidad, o que abras una puerta para conciliar una relación rota, o acercarte a otra persona para que la ayudes con lo que tenga que hacer. O podría ser un millón de otras posibilidades.

Una Voz Que Fuimos Enseñados A Ignorar

El mundo se burla de la idea de que Dios todavía hable con individuos. Algunos creyentes bien intencionados también lo hacen. Y realmente no se les puede culpar por eso. Es muy probable que conozcas un cierto número de personas que se hayan comportado de manera ridícula o destructiva diciendo que actuaban así porque Dios se los había pedido. Basta con esto para pensar despectivamente acerca de escuchar la Voz de Dios. Pero sólo porque la gente falsifique dinero no nos detiene de darle su verdadera utilidad. En el corazón de nuestra vida en Jesús se encuentra la libertad para escucharle y seguirle. Pablo dijo en la epístola a los romanos que esta vida ya no se trata de seguir reglas o normas, sino que se trata de seguir en amor a Jesús. Miremos la traducción literal de la versión en inglés “The Messege”: "Pero ahora, lo que ustedes han encontrado es que no tienen que escuchar al pecado decir o dictarles lo que deben hacer, y han descubierto el deleite de escuchar a Dios hablándoles a ustedes, ¡Qué sorpresa! Son enteros, sanos, traídos a la vida en este momento, con una vida que se prolongará eternamente.” (Romanos 6:22 – “The Message”).
"Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin la vida eterna (Romanos 6: 22 – Reina Valera 1960).
Aprender a pensar o a conversar con Dios en el curso de nuestro día no es un logro sólo “para gente especial” como opción de la vida de Cristo. Esta es básicamente la idea errónea de la vida que Jesús ganó para nosotros. Él quiere que aprendas cómo pensar en medio de lo que te esté sucediendo y que encuentres su sabiduría y su corazón, reconociendo lo que te invita a hacer y que le sigas. El Nuevo Testamento nos recuerda una y otra vez, que cada uno de nosotros puede conocerle de tal forma que nadie tenga que decirnos lo qué debemos hacer, o que decida por nosotros lo que es la verdad o el error. (Juan 16: 13, Hebreos 8: 11; I Juan 2: 20 y 27).
¿Qué está produciendo en ti? ¿Qué te está pidiendo hoy? Casi todo en lo que estoy envuelto hoy en día y que hace parte de la vida de Dios en mí, es el resultado de acciones simples que sentí que Dios me estaba pidiendo que emprendiese años atrás. Algunas veces eran cosas tan sencillas como realizar una llamada telefónica, o participar voluntariamente en alguna actividad de la escuela de mi hija, o pasar tiempo desarrollando una relación de amistad, o dejar de tener un conflicto con alguien con quien prefería entablar una contienda. Cada decisión que tomé con su guía, desencadenó una reacción en cadena que abrió puertas que me dejaron asombrado. En ningún momento pude prever con precisión el resultado de esas decisiones, pero ahora me sorprendo de lo que se puede conseguir con la más simple obediencia.

Una Creciente Convicción

No quiero que nadie se quede con una idea equivocada. Yo no me siento cada mañana y me pongo a escuchar a Dios para que me diga que haga esto o aquello. No es eso. La mayoría de las veces Dios me habla a través de una creciente convicción en mi corazón durante un cierto período de tiempo. Como todo el mundo, yo también tengo fugaces pensamientos y deseos que suenan como si fuesen Su voz inicialmente, pero pronto compruebo que provienen solamente de mí y no de Él. ¿Cómo estoy aprendiendo a reconocer la diferencia?
Es algo que hay que darle algún tiempo. Si no es algo que surja de pronto, tal como una oportunidad de hablar con alguien en un avión, dejo que se asiente en mi mente durante unos pocos días. A medida que regularmente paso tiempo con Jesús y ocupo mi mente con la lectura de la Biblia y con las ideas de otros creyentes, voy viendo que la guía de Dios se vuelve cada vez más clara con el tiempo. Esta creciente relación ocasiona que Su voz se eleve por encima de la distracción y las angustias que nos ofrece el mundo. Además, también escudriño lo que estoy escuchando en mi corazón con el contenido y el espíritu de las Escrituras. ¿Es coherente esta idea con lo que Dios ha revelado de Sí mismo y cómo trabaja?
Nunca confío en lo que responde a mis ansiedades más fácilmente. Jesús nos advirtió en Mateo 6 que la ansiedad nos quitaría nuestra libertad de meditar en los asuntos del Reino. Nos recordó que sólo confiando en el cuidado que Dios tiene por nosotros encontraríamos el reposo suficiente para reconocer Sus caminos.
Nunca escucho a la culpa. La culpa nos aparta de la sabiduría de Dios. Muchos piensan que solamente serán guiados por Dios cuando finalmente dejen de lado alguna tentación o sean más disciplinados. Pero se confrontan con su pasado. No podemos conformar nuestra carne a los caminos de Dios, pero podemos ser guiados por Él hasta que nuestra carne sea puesta de lado o desplazada por Su Presencia y conocimiento.
También te ayudará que dejes de lado la tiranía de tu propia agenda o programas. Todos tenemos cosas que queremos que Jesús haga en nuestras vidas y pensamos saber la forma en que queremos que las realice. Pero nuestra presunción de que sabemos la mejor forma de llegar a obtenerlas, nos impedirá hacer sencillamente las cosas de la manera que nos pide. Él fue quien nos enseñó que llegar a la cima se consigue a través del servicio, y que el primero en la línea se encuentra en la parte posterior. Mientras más crezcas en tu confianza en Él para llevar a cabo su propósito en ti a Su manera, más fácil te será reconocer cómo lo está haciendo.
No dejes que tu sentido de incompetencia te desanime. Tu mente natural no siempre está capacitada para entenderlo todo. No siempre te sentirás capacitado para llevar a cabo lo que Él te pide, pero Él va contigo y te fortalecerá, y te dará lo necesario para que lo hagas. Pero sólo podrás experimentarlo si le sigues al punto de ver su mano operando través de ti.
Y sí, es cierto, cometerás algunos errores en el proceso; nadie mientras camina puede evitarlos. Yo ciertamente los cometí en mi juventud y estoy lejos de ser perfecto ahora. Pero logramos aprender a seguirlo tanto con nuestros errores como con nuestros aciertos. La experiencia es un valioso instrumento en las manos del espíritu de Dios.
Y sospecha siempre cuando pienses que Dios te está diciendo que le digas a alguien que haga algo. Dios te guiará a que lo sigas a Él, no a que consigas que otros lo hagan. Cuando Dios te pide que lo sigas, serás tú el único que corra el riesgo y pagues el precio por ello, no algún otro. Aunque seamos un instrumento Suyo para confirmar algo que ya le está diciendo a otros, no precisaremos manipularlos para que sea verdad lo que está haciendo en nosotros.

Ahora Es Tu Turno...

Hace algunas semanas que no dejo de escuchar algo increíble que Dios está haciendo entre las personas que intencionalmente deciden seguir lo que Dios ha puesto en su corazón, que deciden escuchar Su voz. Una mujer me escribió la semana pasada contándome cómo Dios la sacó de su esclavitud espiritual que resultó del abuso prolongado de sus padres simplemente siguiendo lo que Él le había pedido que hiciese. Dios le ha ido dando sencillos pasos a seguir, pero la libertad que esos pasos le están dando en su vida es impresionante. Conozco gente que hoy en día está cuidando de personas que tienen SIDA con el amor de Jesús, inspirados por el ejemplo de una mujer que es enfermera, y a quien Dios le pidió que regresase a la casa de su ex marido homosexual y que cuidase de él mientras agonizaba de esa terrible enfermedad. Sé de un hombre que canta en un coro de personas en su mayoría homosexuales porque Dios le pidió que demostrase a otros miembros que el amor de Dios sobrepasa todas las barreras. 
Conozco muchas personas alrededor del mundo que han encontrado increíbles expresiones del tipo de comunidad que se encuentra en el Nuevo Testamento, simplemente por escuchar a Dios juntos y por haber seguido Su voz. Sé de relaciones profundas que han transformado vidas y que comenzaron sólo porque alguien hizo una llamada telefónica, o hizo una visita siguiendo la voluntad de Dios. Todas estas cosas, y los frutos que producen provienen de pequeñas decisiones que eran parte de algo que Dios puso en sus corazones a la gente. Es increíble lo que se despliega y desarrolla en nuestras vidas cuando estamos dispuestos a obedecer la creciente convicción que Dios pone en nuestros corazones.
¿Cuáles son las ideas que te ha puesto en ti? Toma el tiempo necesario para pedirle simplemente que te las haga ver, si las has perdido de vista. Si nada se hace evidente en los próximos días, no te desanimes. Por ahora puede ser que simplemente desee estar contigo, en vez de que hagas algo. Sólo mantente apoyándote en Él, y a medida que se solidifica tu relación y dependencia en Él, quédate atento esperando que te aclare lo que desea. Luego entonces lleva a cabo lo que te pida.
Puede llegar a parecerte que es algo tan pequeño e insignificante, que no vale la pena darle atención. Pero hasta que tú sencillamente no des el paso siguiente que Su Espíritu ponga delante de ti o te inspire a dar, no podrás saber lo que significa seguirle, ni cual sea la gloria que quiere compartir contigo. No llegarás a saber donde te puede llevar un simple paso en frente.

Una historia de Fairlie

Este verano, Sara y yo visitamos creyentes en varios lugares del sur de Nueva Zelanda. Esta es una historia increíble extraída del “Blog de Wayne” acerca de lo que ocurrió cuando un grupo de personas simplemente actuó conforme a lo que Jesús les había puesto en su corazón. Él quiso que todos siguiesen el mismo camino, pero te encantará saber cómo fueron capaces de seguir juntos a donde los guió.
Fairlie es un pequeño pueblo agrícola situado en el centro de Nueva Zelanda. Durante los últimos dos años yo había oído hablar de algunos creyentes a quienes Dios había guiado a que renunciasen de la estructura religiosa de la que habían sido parte viviendo como el Cuerpo de Cristo en esta región del mundo. Esto sucedió en 1986 y algunos de sus líderes sintieron que Dios les estaba pidiendo que renunciasen a las estructuras en la que estaban centrando su vida en comunidad, las cuales incluían no sólo la propia institución en sí, sino también el edificio donde se reunían. Después de algunas semanas juntándose en oración y teniendo en cuenta esta guía divina, la gente estuvo de acuerdo por unanimidad en que esto era efectivamente lo que Dios les estaba diciendo.
Se pusieron de acuerdo para desmantelar todo y permitir que Dios los guiase. El edificio que utilizaban era bastante viejo y después de donar todos los muebles a denominaciones del distrito, también ofrecieron el edificio a los bomberos para que lo quemasen en un ejercicio de entrenamiento.
Los vecinos, sin embargo, se opusieron a que incendiasen el edificio por encontrarse tan cerca de sus hogares, así que al final decidieron desmantelarlo. Separaron algunos de los muebles restantes, tales como la caja de las ofrendas, y los quemaron fuera de la ciudad. Después, un día, algunos de los hermanos se acercaron al edificio con sierras y cadenas. Y mientras se dirigían a la que había sido la sala principal de las reuniones, se preguntaban por donde deberían comenzar, se miraron los unos a los otros y casi al mismo tiempo todos dijeron: “!El púlpito!” y con un cierto regocijo lo partieron por la mitad, después desmontaron el escenario hasta que por fin desmantelaron el edificio completamente y transportaron todo hasta el basurero de la ciudad.
Sara y yo nos reíamos y sacudíamos nuestras cabezas mientras escuchábamos esta historia en aquella reunión donde estaban una docena o más de estas personas. Esta gente no actuó superficialmente o por rabia al “sistema.” Sino que simplemente sintieron que estas cosas, como ellos las habían empleado, habían llegado a ser una ofensa y obstáculo para Dios y quisieron verse libres de ellas. Nunca le dijeron a nadie que deberían hacer lo mismo, sino que simplemente actuaron y aprendieron a cómo ser partícipes del Cuerpo de Cristo sin tener por detrás ningún tipo de fardo o carga institucional. Después de deshacerse del edificio se encontraron con algunas puertas abiertas impresionantes en la comunidad. Un hombre de la ciudad se acercó a uno de los líderes fundadores poco tiempo después de estos acontecimientos, y le dijo, “ahora siento que verdaderamente puedo hablar contigo.” Esta gente, hasta aquí, no se había dado cuenta de lo mucho que todos aquellos fardos de los que se habían desprendido habían sido un obstáculo para poder llegar al corazón de los que Dios quería que ellos se acercasen.
En los casi veinte años que han pasado desde entonces, y que ellos llevan prosperando en la vida de Dios juntos como Su pueblo en esta comunidad, nada ha sido fácil, ni se han visto libres de obstáculos y problemas, pero muchos de ellos hablaban de cómo su relación con Dios realmente comenzó a crecer cuando eliminaron la muleta en que se había convertido la institución. Sin tener ya todo previsto y planeado, ahora tenían que escuchar a Dios y hacer las cosas que ponía en su corazón. Ahora son personas que viven en paz con Dios, en comunión entre ellos y con más disponibilidad con los incrédulos de una manera que nunca había tenido cuando estaban tan ocupados manteniendo su estructura. Aun los que eran niños en ese entonces han continuado con la simplicidad de la vida en Dios y amándose entre sí en el proceso. ¡Qué sencillez tan llena de gozo y qué vida tan increíble han comenzado a compartir juntos!
Son conocidos también cariñosamente en esta región como "los del lote" (por el lote de edificio que desmantelaron). Toda la comunidad conoce la congregación que desmanteló su edificio y dejaron de reunirse cada semana de manera regular o programada. También saben que están viviendo como apasionados creyentes. Sin toda una maquinaria por mantener, han estado más disponibles para ayudar a cuidar de las familias y vecinos.
"Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda sólo. Pero si muere, lleva mucho fruto" (Juan 12:24). Mientras estemos estrechamente ligados a las cosas que pensamos que debemos preservar, cerraremos las puertas increíbles que Dios quiere abrir ante nosotros cada día si simplemente vivimos en Él y seguimos Sus caminos. La verdadera vida se encuentra en renunciar [a nuestras propias agendas y planes] no en acumular, a medida que seguimos dondequiera que Dios nos guíe.

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