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EL ESPÍRITU (aceite) Y LA UNCIÓN (ungüento). DIFERENCIA, E.V. Éxodo-Witness Lee

ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO CINCUENTA Y NUEVE

EL ACEITE DE LA UNCIÓN SANTA
(3)

Lectura bíblica: Ex. 30:22-33

NECESITAMOS UNA EXPERIENCIA ESPIRITUAL

Cuando era joven, oí muchos mensajes acerca del libro de Éxodo; algunos acerca del cordero pascual y del maná, y algo sobre el agua viva, pero no oí nada acerca del Espíritu compuesto.
Los hijos de Israel se quedaron en el monte Sinaí para recibir la ley y las ordenanzas y para recibir luego la revelación del tabernáculo. Algunos maestros señalaron que Dios promulgó la ley como una prueba para Su pueblo. Dios no procuraba que los hijos de Israel guardasen la ley, pero Él se vio obligado en darles la ley debido a la ignorancia de ellos. Por tanto, Dios probó a los hijos de Israel por medio de la ley. Inmediatamente después de la promulgación de la ley, Dios reveló el tabernáculo a Moisés. Estos maestros señalaron que esta revelación es un asunto de gracia. Leamos Juan 1:17 “pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo”. Jesucristo es la realidad del tabernáculo. Con la venida de este tabernáculo, vino la gracia. Algunos instructores recibieron luz al respecto, pero estaban muy limitados en su experiencia. No pudieron entender correctamente el ungüento compuesto de Éxodo treinta porque carecían de experiencia.
No se necesita experiencia para enseñar la doctrina del tabernáculo como tipología de Cristo. La luz objetiva nos permite enseñar esta tipología de manera doctrinal, pero necesitamos experiencia espiritual para tocar el verdadero significado del ungüento compuesto en nuestra enseñanza. Por carecer de experiencia, los instructores no conocían el ungüento compuesto.
Los instructores bíblicos han señalado que el aceite en Éxodo treinta, como en todo el Antiguo Testamento, tipifica al Espíritu de Dios. Algunos enseñaron aún que el aceite derramado por Jacob sobre la piedra en Génesis 28 representa al Espíritu derramado sobre el pueblo elegido de Dios. Estos instructores bíblicos han visto el significado del aceite, pero no del ungüento.

EL UNGÜENTO COMPUESTO

El ungüento de Éxodo treinta es un compuesto. En sí, el aceite no es un compuesto, sino un elemento simple sin ningún otro ingrediente. El ungüento era un compuesto formado por la mezcla de cuatro especias con el aceite de oliva. Podemos comparar este ungüento compuesto con una pintura. La pintura es un compuesto que incluye más de un elemento. Pasa lo mismo con el aceite de unción santa en Éxodo 30.
C. A. Coates escribió mucho acerca del Espíritu en Éxodo treinta. El dedicó casi tres páginas al ungüento y al incienso. En esta parte de sus escritos, él usa las expresiones Espíritu de Cristo o el Espíritu veintiún ocasiones. Él no se refiere al Espíritu como al Espíritu Santo ni como al Espíritu de Dios. En una ocasión, él menciona el Espíritu del Hombre del beneplácito de Dios. El indica que el Espíritu de Cristo es el Espíritu del hombre del beneplácito de Dios. Coates menciona también el Espíritu de otro Hombre, aún el Hombre sentado a la diestra de Dios. C. A. Coates afirma que las cuatro especias “representan todas las características de la gracia, mezcladas y armonizadas perfectamente en el Espíritu de Cristo”. Esto indica que Coates vio algo acerca de la mezcla de las especias con el aceite de oliva. Sin embargo, él no especifica cuales son las características de la gracia mezcladas en el Espíritu de Cristo. El no recibió ninguna luz al respecto. El no vio que la mirra representa la muerte toda-inclusiva de Cristo y que la canela tipifica la eficacia de la muerte de Cristo, tampoco vio que el cálamo, surge y brota de un medio pantanoso, simbolizando la resurrección de Cristo ni que la casia, substancia repelente de insectos y serpientes, representa el poder de la resurrección de Cristo.
Las cuatro especias siguen un orden muy significativo: la mirra, la canela, el cálamo y la casia. Además, podemos ver aquí tres unidades completas de quinientos siclos. Había quinientos siclos de mirra y quinientos siclos de casia. Vemos aquí dos unidades completas, pero había también doscientos cincuenta siclos de canela y otro tanto de cálamo. Estas dos mitades forman otra unidad completa. Es importante observar que la segunda unidad es partida en dos. Esto significa que el Segundo de la Trinidad fue partido en dos en la cruz. Por tanto, vemos símbolos de la muerte y resurrección de Cristo en los ingredientes del aceite de la unción santa y en sus proporciones. También vemos en las especias la eficacia de la muerte de Cristo y el poder de Su resurrección.

EL ESPÍRITU Y LA UNCIÓN

Leamos Juan 7:39 “esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Esto significa que antes de la glorificación del Espíritu, el Espíritu compuesto aún no era. El Espíritu de Dios estuvo presente en Génesis 1, y el Espíritu Santo estuvo involucrado en el nacimiento de Cristo. Cristo fue concebido por el Espíritu Santo, pero como lo aclara Andrew Murray en el quinto capítulo del “Espíritu de Cristo”, la expresión “Espíritu Santo” no aparece en el Antiguo Testamento. La primera mención del Espíritu Santo se encuentra al principio del Nuevo Testamento cuando Cristo fue concebido. La concepción de Cristo por el Espíritu Santo significa que Su humanidad es santa, pues forma parte de la creación de Dios. En griego, el Espíritu que concibió es llamado el Espíritu, el Santo. El Espíritu Santo estuvo presente en la concepción del Señor Jesús, pero todavía no había Espíritu antes de la resurrección y glorificación de Cristo. En esta ocasión se completó la composición del Espíritu.
En sus escritos, Juan usa la expresión “el Espíritu Santo” en muy pocas ocasiones, pero él habla a menudo del Espíritu, especialmente en el libro de Apocalipsis: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias” (Apocalipsis 2:7). Encontramos esta misma cita en los capítulos dos y tres. Más adelante Apocalipsis 14:13 declara: “si, dice el Espíritu...” y Apocalipsis 22:17 declara: “y el Espíritu y la novia dicen: ¡ven!”
En su primera epístola, Juan enfatiza la unción. Leamos 1 Juan 2:20 “Pero vosotros tenéis la unción del santo, y conocéis todas las cosas” (griego). En 1 Juan 2:27, él declara: “La unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero como su unción os enseña todas esas cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como ella os ha enseñado, permaneced en El”. Ciertamente Juan pensaba en el cuadro del aceite de la unción santa de Éxodo 30 cuando escribió estos versículos.
¿Conoce usted el significado de la unción? La unción es el mover, la “pintura”, del Espíritu compuesto. Todos tenemos esta unción, esta pintura, dentro de nosotros. Además, la unción que hemos recibido nos enseña.
Adoramos al Señor porque en el transcurso de los años, Él nos ha aclarado el significado del Espíritu compuesto. En el pasado, muchos cristianos experimentaron solamente la Pascua, el maná, y tal vez, el agua viva. En Su experiencia cristiana no alcanzaron participar del Espíritu compuesto.

EL TABERNÁCULO Y EL SACERDOCIO

¿Por qué tantos cristianos no pudieron experimentar el ungüento compuesto? La razón es sencilla: este Espíritu sirve para edificar una casa espiritual y es destinado al sacerdocio santo. 1 Pedro 2 nos muestra la casa espiritual y el sacerdocio santo. Del mismo modo, en el libro de Éxodo, vemos el tabernáculo y el sacerdocio. Los capítulos veinticinco a veintisiete revelan el tabernáculo. Esto corresponde a la casa espiritual de 1 Pedro 2. Más adelante vemos al sacerdocio en los capítulos veintiocho y veintinueve. Por tanto, en el monte Sinaí se prepararon dos asuntos: el tabernáculo y el sacerdocio. Después de la revelación del tabernáculo y del sacerdocio, sigue la descripción del ungüento compuesto. Esto indica que el ungüento sirve para la morada de Dios y para el sacerdocio.
Si no cuidamos el edificio de Dios y Su sacerdocio, no podemos experimentar el Espíritu compuesto. En el transcurso de los siglos, los cristianos no pudieron ver el asunto del Espíritu compuesto debido a su carencia de edificación de la casa espiritual. Además, hizo falta el sacerdocio. El ungüento no servía solamente para la unción individual de los sacerdotes. Éxodo nos enseña que Aarón y sus hijos debían ser ungidos. Esto indica que la unción estaba destinada al sacerdocio, a un cuerpo de sacerdotes. En el Nuevo Testamento, la palabra “sacerdocio” traduce dos términos griegos distintos. El primero de ellos denota el oficio sacerdotal y el otro un cuerpo o un grupo de sacerdotes. En Éxodo no tenemos solamente el oficio de sacerdote, sino también el conjunto corporativo de sacerdotes, el sacerdocio. Si deseamos la unción del Espíritu compuesto, debemos tener la morada de Dios y un sacerdocio corporativo.

EL ESPÍRITU COMPUESTO
A TRAVÉS DE LOS SUFRIMIENTOS DE CRISTO

Los cinco elementos del aceite de unción: las cuatro especias y el aceite de oliva, debían pasar por un proceso que involucraba una presión o un corte. Por ejemplo, las aceitunas no prensadas no pueden producir aceite de oliva. Del mismo modo, la mirra y la canela sólo se obtienen si se hace una incisión en la corteza de un árbol. Alguien comentó que cuando la resina de mirra fluye del árbol, esta resina tiene la apariencia de lágrimas. Esto denota una experiencia de sufrimientos. La sangre y las lágrimas que salen de nuestro cuerpo son también señas de sufrimiento. Cuando el árbol de mirra saca su resina, podemos decir que derrama lágrimas.
Como lo hemos señalado en un mensaje anterior, la canela proviene de la parte interna de la corteza de un árbol y la casia de la parte externa de la misma. La canela es usada para estimular el corazón y la casia para repeler insectos y serpientes.
La preparación de las especias provenía de los sufrimientos. Esto indica que el Espíritu de Dios llegaría a ser el Espíritu de Cristo como ungüento compuesto solamente a través de los sufrimientos de Cristo. En realidad, el compuesto es sinónimo de sufrimiento. Los sufrimientos de Cristo permitieron la mezcla de las especias con el aceite para formar el Espíritu compuesto.
El Señor Jesús sufrió la muerte durante Su vida entera, y no solamente en las seis horas que estuvo en la cruz. El sufrió desde Su nacimiento. Este sufrimiento es representado por la mirra. En el pasado hemos señalado que el Señor Jesús llevó una vida crucificada. Una vida crucificada es una vida de sufrimientos. El Señor Jesús fue crucificado continuamente. Él fue crucificado por Su madre, por Sus hermanos en la carne y por Sus discípulos. A diario Él llevaba una vida de crucifixión. Esto lo representa el derramamiento de la mirra como lágrimas por las incisiones hechas en el árbol.
Después del nacimiento del Señor Jesús, los magos expresaron Su aprecio por El ofreciéndole oro, incienso y mirra. Cuando El murió, Nicodemo y José de Arimatea mostraron también Su aprecio por el Señor al derramar mirra sobre Su cuerpo cuando lo sepultaron. Por consiguiente, la mirra estaba presente desde el principio hasta el final de la vida del Señor en la tierra, desde Su nacimiento hasta Su muerte. Esto nos demuestra que el Señor llevó una vida de sufrimientos, una vida de lágrimas desde Su nacimiento hasta Su muerte. El llevó una vida crucificada, una vida de mirra.

EL EXTRACTO DE LA MUERTE DE CRISTO

Debemos aprender a aplicar la mirra a nuestra experiencia. ¿Dónde se halla la muerte de Cristo hoy en día, y cómo podemos aplicarla? La muerte de Cristo se encuentra en el Espíritu. En nuestro idioma, “Espíritu” puede significar la esencia de una substancia extraída en forma líquida, particularmente por destilación. Por consiguiente, el extracto de una sustancia determinada es el Espíritu de la misma. Por ejemplo, las bebidas alcohólicas a base de extractos de granos son llamadas espirituosas. Del mismo modo, se podría considerar a los áloes usados con la mirra para ungir el cuerpo del Señor Jesús en Su sepultura como una clase de espíritu. La presión ejercida sobre una planta, un grano, o alguna sustancia permite extraer el espíritu de esta substancia. Podemos aplicar este principio a la muerte del Señor y hacer esta pregunta: ¿cuál es el extracto de la muerte de Cristo? La respuesta es ésta: el extracto de la muerte del Señor es un elemento del Espíritu de Cristo. La verdadera esencia o elemento de una sustancia es su espíritu. Por ejemplo, cuando bebemos té, en realidad bebemos el espíritu, el extracto del té. La efectividad del té se encuentra en este extracto o espíritu. Del mismo modo, la efectividad de la muerte de Cristo es uno de los elementos del Espíritu compuesto.
Jesse Penn-Lewis dio énfasis al Espíritu en sus escritos acerca de la experiencia subjetiva de la cruz de Cristo. Ella escribió mucho acerca del Espíritu. A. B. Simpson vio también algo acerca del aspecto subjetivo de la muerte de Cristo, pero él no dio énfasis al Espíritu como lo hizo Jesse Penn-Lewis en el aspecto de la experiencia subjetiva de la cruz. La presentación de A. B. Simpson es buena doctrinalmente, pero no nos ayuda en nuestra experiencia. En cuanto a identificarnos con Cristo en Su muerte, A. B. Simpson dio énfasis al hecho de considerarse muerto. El escribió incluso un himno sobre este asunto.
El hermano Watchman Nee señaló que necesitamos el Espíritu si deseamos experimentar la muerte de Cristo. Él afirmó también que podemos experimentar la crucifixión de nuestro viejo hombre en Romanos 6 únicamente a través del Espíritu en Romanos 8. En otras palabras, fuera del Espíritu no podemos experimentar la muerte de Cristo. El hecho de nuestra identificación con Cristo en Su muerte se encuentra en Romanos 6, pero la experiencia de la misma está en Romanos 8.

EL ESPÍRITU DE CRISTO

Romanos 8 describe al Espíritu con cuatro expresiones por lo menos: el Espíritu de vida, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo y el Espíritu de Aquél que levantó a Jesús de entre los muertos. El aspecto más crucial del Espíritu en Romanos 8 no es el Espíritu de Dios, ni el Espíritu de vida, ni el Espíritu de Aquél que levantó a Cristo de entre los muertos, sino el Espíritu de Cristo.
El título Cristo incluye la encarnación, el vivir humano, la muerte, la resurrección y la ascensión. Cristo es el Ungido. Como ungido de Dios, Cristo pasó por el nacimiento, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Ahora el Espíritu de Cristo contiene el extracto de Su muerte, resurrección y ascensión. Contiene aún el extracto de Su nacimiento y vivir humano. Por consiguiente, el Espíritu de Cristo es el Espíritu, el extracto del nacimiento de Cristo, de Su vivir humano, Su muerte, resurrección y ascensión. Hemos visto que el Espíritu de una substancia es el extracto de la misma. Podemos aplicar este principio al Espíritu de Cristo y decir que los extractos del nacimiento, vivir, muerte, resurrección y ascensión de Cristo constituyen ahora todos los elementos del Espíritu de Cristo y su eficacia.
La experiencia es lo único que nos permite entender el Espíritu de Cristo. Cuando andamos conforme al Espíritu, tenemos la encarnación de Cristo y Su vivir humano. No tenemos solamente una imitación de la manera en que vivió Cristo, sino también Su muerte, resurrección y ascensión.

TOCAR EL ESPÍRITU

Fuera del Espíritu de Cristo, no podemos experimentar el hecho de estar sentados juntamente con Cristo en los lugares celestiales (Ef. 2:5-6). Algunos instructores bíblicos presentan solamente Efesios 2:5-6 de una manera doctrinal. Pretenden que el estar sentados juntamente con Cristo en los lugares celestiales es algo posicional y que deberíamos tomar este hecho simplemente por la fe. No obstante, cuando creemos que posicionalmente estamos sentados juntamente con Cristo en los lugares celestiales, no sucede nada. Pablo no enseña así. Según las enseñanzas de Pablo el extracto de la ascensión de Cristo está incluido en el Espíritu de Cristo. El Espíritu incluye la experiencia de estar sentados juntamente con Cristo en los lugares celestiales.
La mayoría de los cristianos contemporáneos carecen de experiencia espiritual. Sin embargo, el Señor sigue adelante en Su recobro.
 No podemos negar que por Su misericordia y gracia, hemos aprendido mucho acerca del Espíritu en todos estos años pasados. Hemos recibido luz doctrinalmente de otros maestros bíblicos. La experiencia nos ha enseñado que la consideración y la posición por fe no funcionan. Algunos instructores de la Palabra pretenden que debemos tomar los hechos cumplidos por fe. Según ellos, no debemos hacer otra cosa que creer en los hechos. Yo he practicado eso, y no funcionó. Cuanto más intentaba creer en los hechos, más moría. No experimenté ningún estímulo divino. Sin embargo, puedo testificar que experimenté el estímulo del Señor al orar y al tocar el Espíritu.
En los siglos pasados, muchos santos experimentaron al Espíritu, aun cuando no fueron iluminados en cuanto al Espíritu compuesto. Cuando oraban, eran estimulados por el Espíritu y experimentaban espontáneamente el elemento de la muerte de Cristo incluido en el Espíritu. Experimentaron eso porque oraron en el Espíritu. Experimentaron el extracto de la muerte de Cristo contenido en el Espíritu de Cristo porque estaban en el Espíritu. No tuvieron ninguna necesidad de considerarse muertos, ni de tomar posición por fe. Experimentaron la eficacia de la muerte de Cristo por el mero hecho de estar en el Espíritu.

NO IMITAR AL ESPÍRITU

Ahora debemos también experimentar la eficacia de la muerte de Cristo de una manera práctica. Cuando estamos en el Espíritu experimentando el extracto de la muerte de Cristo, mueren nuestra carne, nuestro mal genio y nuestra disposición natural. Además, nuestra bondad natural está aniquilada. Aun llegamos a aborrecer esta bondad natural porque nos damos cuenta de que proviene de nuestro nacimiento natural. Después de orar y de tocar al Espíritu, nos damos cuenta de que Dios no quiere nada que provenga de nuestra vida natural. La bondad natural es una imitación del Espíritu.
Cuando yo estaba en China, me molestaba el hecho de que muchos discípulos de Confucio tenían un comportamiento más elevado que muchos cristianos. Estos discípulos de Confucio eran pacientes, amables, simpáticos y serviciales. No obstante, su buen comportamiento era totalmente natural. No tenía nada que ver con el Espíritu.
La mayoría de los cristianos llevan una vida de imitación. Los incrédulos también pueden ser amables, humildes, pacientes y serviciales. Esto ciertamente no tiene nada que ver con el Espíritu. Si nosotros cristianos vivimos de esta manera, imitamos al ungüento y eso está terminantemente prohibido en Éxodo 30. En muchas congregaciones religiosas, enseñan y alientan a los cristianos a llevar una vida de imitación. Les exhortan a ser amables, agradables y honestos sin Cristo y sin el Espíritu. A los ojos de Dios, eso es una abominación. Quizá practiquemos lo mismo. Si no vemos el asunto del Espíritu compuesto, nos pareceremos a aquellos que imitan al Espíritu.
Los discípulos de Confucio practican sus enseñanzas éticas. Afirman que fueron enseñados por Confucio y lo respetan. Este es un aspecto de la cultura oriental, pero en el oeste se practica algo muy similar bajo el nombre de Cristo y en el entorno de la enseñanza bíblica. En ambos casos, la gente se comporta de una manera natural. La cultura occidental quedó bajo la influencia bíblica, así como la cultura china ha estado bajo la influencia de las enseñanzas éticas de Confucio. Esto significa que las enseñanzas de Confucio ejercen una influencia moral en China y que las enseñanzas bíblicas ejercen una influencia moral en la cultura occidental. Si vivimos conforme a esta influencia, lo único que lograremos es imitar al Espíritu.
En realidad el vivir según la ética es algo superficial. La gente puede ser paciente, pero esta paciencia es superficial. Existen flores artificiales y flores naturales, pero estas últimas son orgánicas, viven y crecen. Estas flores contienen el elemento de vida. Las flores artificiales quizá tengan el mismo color, la misma forma y apariencia que las flores naturales, pero carecen del elemento de vida. Algunos cristianos y ciertos discípulos de Confucio actúan con humildad, paciencia y amabilidad. Exteriormente su humildad, paciencia y amor parecen idénticos al fruto del Espíritu descrito en Gálatas 5. Sin embargo, el fruto del Espíritu es orgánico y lleno de vida, pero el buen comportamiento natural conforme a la ética constituye una obra muerta. No tiene nada de vida. Los que viven conforme a la ética de Confucio llevan obras muertas. ¿Y qué de aquellos cristianos que imitan al Espíritu con una vida de bondad natural? En su caso vemos también un vivir artificial y desprovisto de vida, una imitación del Espíritu compuesto.
Esta palabra acerca del Espíritu compuesto no es una mera doctrina. No la tomemos como tal. Por el contrario, debemos asimilarla en nuestra experiencia y aprender a aplicarla de una manera práctica.

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