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PRIMERA DE CORINTIOS 6 (2): La herencia del Reino, Dr. Stephen E. Jones


20/03/2017



Pablo esperaba que los creyentes de Corinto no sólo tuvieran fe y ejercieran los dones espirituales, sino también que llegaran a la madurez espiritual y aprendieran las Leyes de Dios, de modo que pudieran resolver disputas dentro de la asamblea. Él no quería que necesitaran los tribunales de justicia de las naciones impías, que juzgan a la gente por las leyes de los hombres. Por ello dice en 1 Corintios 6:4-6,

4 Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia? 5 Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 6 sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?

Pablo reprendió a la iglesia por no tener un "hombre sabio" que pudiera juzgar las disputas internas. Pero no está claro lo que la iglesia de Corinto había hecho en realidad acerca de este problema. ¿Había establecido la iglesia a un juez incompetente, que era "de menor estima en la iglesia" (NASB)? La Emphatic Diaglotón sugiere este punto de vista, llamándolos de "menor estima en la iglesia".

Pero en el versículo 6 Pablo les reprendió por su caso ante los tribunales de justicia de los no creyentes, es decir, ante jueces fuera de la iglesia.

Si él estaba sugiriendo que los creyentes estaban asentando sus disputas en los tribunales romanos, entonces, los jueces romanos eran los "jueces que son de menor estima en la iglesia". Galión, el procónsul en Hechos 18:12, fue el juez estimado en la provincia romana de Asia, pero él no era ni pastor ni un anciano de la iglesia.

Puede ser que los que estaban en disputa no tenían confianza en el juez que la iglesia había establecido para juzgar el caso, por lo que presentaron sus casos a los tribunales de justicia romana.

En cualquier caso, era para su vergüenza que no hubieran podido encontrar un "hombre sabio" dentro de su asamblea que estuviera calificado o catalogado de alta estima suficiente como para juzgar sus disputas internas.


Una derrota de la Iglesia
Pablo continúa en 1 Corintios 6:7, diciendo:

7 De todos modos, ya es una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?

Los creyentes de Corinto deberían haber tenido vergüenza de exponer sus quejas en un tribunal de derecho público para que todos los oyeran. En primer lugar, porque un creyente acusando a otro en público sería una mala imagen para la propia iglesia, porque los infieles entonces entenderían que creer en Cristo tenía poco o ningún poder para hacer que una persona fuera más justa.

Pablo sugiere en este versículo que uno de los creyentes estaba siendo acusado de defraudar a otro creyente. Eso era bastante malo, pero el problema se agravaba por el hecho de que los creyentes eran incapaces de resolver el problema, ya sea personalmente o mediante el arbitraje de un juez de la iglesia. Eso en sí mismo era una gran "derrota". Sin embargo, llevar el caso ante el juez de la ciudad hizo la derrota aún peor por darle publicidad ante toda la ciudad. Hubiera sido mejor, dijo Pablo, sufrir la injusticia. ¡Sin duda, la pérdida del hombre no era tan grande como para justificar una vergüenza pública de toda la iglesia!


Injusticia en la Iglesia
Pablo entonces se ocupa del problema más fundamental de injusticia entre los propios creyentes. Dice en 1 Corintios 6:8,

8 Por el contrario, vosotros mismos cometéis agravio y defraudáis, y esto a los hermanos.

La Emphatic Diaglotón traduce hace de esta manera:

8 Pero perjudicáis y defraudáis, e incluso estas cosas las hacéis a hermanos.

Pablo continúa en 1 Corintios 6:9,10,

9 ¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? Que no os engañen; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

Esta no es una lista completa de los actos injustos, por supuesto. Es una lista parcial, derivada de la Ley Divina, porque el pecado es "crimen", una violación de la Ley de Dios. Pablo no estaba diciendo (como muchos piensan) que cualquier creyente que peca irá al infierno o se perderá para siempre. De hecho, ya que Pablo menciona a los "fornicarios" aquí, es claro que fue incluido el hombre que estaba teniendo relaciones con la mujer de su padre (1 Corintios 5:1). Ese hombre iba a ser entregado "a Satanás para la destrucción de la carne, para que su espíritu sea salvo".

Si se pudieran salvar tales fornicarios, entonces los otros también se podrían salvar, aunque pueden ser excluidos de la asamblea local. La excomunión no significaba que se perderían para siempre; sólo quería decir que era necesario algún tipo de acción disciplinaria para destruir la carne, es decir, enseñar a la persona a caminar por el espíritu, en lugar de por el alma.


Heredar el Reino
Entonces, ¿qué quiso decir Pablo cuando dijo que "los injustos no heredarán el reino de Dios"?

Todos los creyentes son justificados por la fe, pero no todos los creyentes heredarán el Reino. Esto lo vemos en el ejemplo de "la iglesia en el desierto" (Hechos 7:38 KJV) bajo Moisés. Todo Israel (incluyendo muchos egipcios que vinieron con ellos y que fueron llamados "una multitud de toda clase de gentes" en Éxodo 12:38) se justificaron por la sangre del cordero, cuando celebraron la Pascua en Egipto. En otras palabras, todos los que respondieron a la llamada de Dios a salir de Egipto eran creyentes. Pero, ¿cuántos de ellos realmente heredaron el Reino de Dios? Sólo dos de ellos, al parecer: Josué y Caleb.

La nación era la Iglesia en ese momento. Dios los bautizó en el Mar Rojo, e incluso tuvieron una oportunidad de ser creyentes llenos del Espíritu en el Monte Horeb. Ellos rechazaron el Espíritu Santo en esa ocasión, por que no tenían la fe necesaria para entrar en el Reino. Si no entraron en el Reino, entonces ciertamente no heredaron el Reino cuando Josué repartió la tierra entre las tribus y cada familia.

La historia de Israel en el desierto nos muestra cómo sólo una minoría de los creyentes en la Iglesia en realidad serán herederos. Simplemente creer, no es heredar. Uno debe ser un vencedor para heredar. Hay que seguir el ejemplo de Caleb y Josué para ser un heredero. Incluso si ampliamos nuestra visión para incluir toda la próxima generación de israelitas que realmente pasó el Jordán con Josué, vemos cómo aún tuvieron que ser circuncidados (Josué 5:7) antes de que pudieran heredar la Tierra.

Durante la era del Antiguo Pacto, se requería la circuncisión como un tipo profético de una mayor circuncisión que estaba aún por llegar. Por lo tanto, era tipo de la circuncisión del corazón, que el propio Moisés predijo (Deuteronomio 10:16; 30:6). Ya que la Cruz es central en la circuncisión del corazón, no es estiramiento equiparar la circuncisión de Israel con la Pascua -especialmente ya que la circuncisión de los israelitas se produjo en el momento de la Pascua, poco después de cruzar el Jordán (Josué 4:19; 5:10).

Nota del traductor: La circuncisión del corazón supone la Pascua (justificados por la Sangre y haber salido de Egipto) y Pentecostés (recibir el poder por el Bautismo del Espíritu Santo en Horeb para cruzar el desierto, en el que la Ley es escrita en el corazón, y pasar el Jordán de la muerte a la carne y acampar en Gilgal, donde tiene lugar la circuncisión del corazón, renunciando a los afectos y a todo ídolo).

Podemos concluir, entonces, que la generación de israelitas que entraron en el Reino (por el cruce del Jordán), fueron capaces de heredar el Reino, en primer lugar porque eran creyentes, y en segundo lugar, porque seguían y obedecían a Josué (Yeshua-Jesús).

Las personas injustas en general, como se describen por Pablo, pueden tener la fe suficiente para ser justificados, pero sus acciones y estilo de vida les descalifican para heredar el Reino.


Perseverar hasta el fin
El libro de Hebreos tiene mucho que decir acerca de la distinción entre la justificación y la herencia. En Hebreos 3:19 leemos que los israelitas "no pudieron entrar a causa de incredulidad". Mientras que todos ellos tenían una fe de un nivel de Pascua, no habían podido adquirir la fe pentecostal al rechazar la voz de Dios en el monte Horeb. Así que cuando llegó el momento de tomar su decisión en el 50º Jubileo de Adán, su fe era insuficiente. Por lo tanto, convirtieron ese día en un Día de Expiación, donde se requería las personas ayunar y arrepentirse por negarse a entrar en el Reino.

Si hubieran oído la voz de Dios en el monte Horeb (Pentecostés), que hubiera aumentado su fe, para poder haber alcanzado la madurez espiritual suficiente para entrar en el Reino cinco días más tarde en la Fiesta de los Tabernáculos. Su fracaso es una lección para todos nosotros hoy, porque, una vez más, la mayoría de los creyentes han seguido el patrón de la Iglesia en el Desierto.

Hebreos 10:36 y 39 habla de esto, diciendo:

36 Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, podáis recibir las promesas … 39 Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación de la alma.

Los hijos de Israel, que tenían fe insuficiente, carecían de resistencia (perseverancia). Por lo tanto, ellos retrocedieron ante entrar en el Reino cuando los diez espías dieron un mal informe. Es importante señalar, sin embargo, que la falta de resistencia no significa que las personas pierdan su salvación. Los que enseñan tales cosas no entienden la historia de la Iglesia en el Desierto, y por ello también entienden mal el libro de Hebreos.

La fe es necesaria para la justificación (Pascua). Una mayor fe es necesaria para la santificación (Pentecostés). La resistencia-perseverancia es el término utilizado en el libro de Hebreos para describir a aquellos que tienen la fe suficiente para entrar en el Reino y para heredar la Tierra Prometida por Dios.

Pablo le dice a la iglesia que habían salido del mundo, como Israel había salido de Egipto. Habían abandonado el estilo de vida sin ley del mundo y, las prácticas carnales anímicas. Pablo termina esta sección con una nota positiva de aliento en 1 Corintios 6:11,

11 Y esto erais algunos de vosotros; pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

Pablo implica aquí que él tiene la confianza de que van a hacer lo correcto, ya que habían sido justificados porque salieron de "Egipto", habían sido lavados, o bautizados por cruzar el Mar Rojo, y habían sido santificados por el Espíritu en el Monte Horeb. En otras palabras, su fe había progresado más allá de la de los antiguos israelitas. Sin embargo, tenían que sufrir hasta el final mediante el aprendizaje la obediencia y la práctica de la justicia en la iglesia, para que pudieran heredar el Reino.

Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas

Dr. Stephen Jones

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