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(FFI) JONÁS - Parte 3: Señal de Jonás. Tres días y tres noches, Dr. Stephen E. Jones


Fecha: 27/03/2017
Boletín No. 345


Como vimos en la Parte 2, el capitán del barco echó suertes para ver quién había causado la gran tormenta que amenazaba con hundir el barco. Cuando el lote reveló que Jonás era el problema, se lee en Jonás 1:8,

8 Entonces le dijeron: [Jonás], “¡Dinos, ahora! ¿Por qué nos ha venido esta calamidad? ¿Qué oficio tienes y de dónde vienes? ¿Cuál es tu país y de qué pueblo eres?”

Parece que muchos de los marineros estaban haciendo preguntas. El versículo 9 nos da solamente una respuesta parcial de Jonás:

9 Y él les dijo: “Soy hebreo, y temo a Yahweh Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra seca”.

Jonás dijo mucho más que esto, porque el siguiente versículo nos dice que explicó por qué se dirigía a Tarsis;

10 Entonces los hombres se asustaron mucho, y le dijeron: “¿Cómo pudiste hacer esto?” Porque ellos sabían que huía de la presencia de Yahweh, porque él se lo había dicho.

Jonás confesó que había huido de la presencia del Señor, y los marineros sabían que ésta era la causa de su aflicción en alta mar.


Jonás, el hebreo

Jonás se identificó, no como un hombre de un pueblo de Zabulón, ni siquiera como un israelita, sino como un hebreo. Bullinger lo atribuye a la lengua que hablaba, pero su explicación parece caer por debajo de una verdad más profunda.

Un hebreo es literalmente un inmigrante, que cruza de un país a otro. La palabra es ibriy, de Eber, el patriarca de Génesis 11:15-17 cuyo nombre significa en un sentido bíblico, “la región más allá”; los descendientes de Eber son hebreos, y así mismo Abraham fue llamado un hebreo (Gen. 14:13).

Abraham no era israelita, pues no era descendiente sino ascendiente de su nieto, Jacob, que fue el primero en ser llamado Israel. Abraham tampoco era judío, pues no era descendiente sino ascendiente del hijo de Israel, Judá. Era un hebreo.

En un sentido más amplio, muchos otros inmigrantes del valle del Tigris y el Éufrates hasta la tierra de Siria y Canaán eran conocidos como Hebreos (habiru), de acuerdo con las tablas de arcilla y monumentos de piedra desenterrados por los arqueólogos. Sin embargo, desde una perspectiva bíblica, un hebreo fue primero un descendiente de Eber (o Heber).

Muchos años más tarde, después de que Jesús vino como el Mediador del Nuevo Pacto, el libro de Hebreos fue escrito para mostrar el camino a todos los que puedan emigrar desde el Antiguo Pacto al Nuevo. El término luego tomó un significado mayor, porque el llamado a Abraham a abandonar el país de su padre e ir a un lugar nuevo y desconocido, fue visto como un modelo para todos los judíos, de ser llamados a abandonar su práctica religiosa del Antiguo Pacto y emigrar a una nueva forma de vida espiritual en Cristo.

Pero, ¿qué tiene esto que ver con Jonás? ¿Por qué Jonás de llama a sí mismo un hebreo?

Esta identificación fue en parte irónica y en parte profética. La ironía está en el hecho de que Jonás estaba emigrando a Tarsis en contra de la voluntad de Dios. De ese modo, Jonás no era en absoluto como Abraham, aunque ambos viajaron al oeste. Abraham obedeció a Dios; Jonás estaba desobedeciendo.

Sin embargo, incluso la desobediencia de Jonás no podía desviarse del Plan Divino, por lo que condujo a su llamado como un tipo de Cristo en su muerte, sepultura (en el corazón de la Tierra), y resurrección. Cuando Jesús cumplió la profecía de Jonás, mostró el camino de la vida a todos los nuevos hebreos.


El Dios de los cielos

Jonás identificó a su Dios como Yahweh, Dios de los Cielos. No dijo el Dios de Abraham, Isaac y Jacob(Éxodo 3:15), ni siquiera el Dios de Israel (Éxodo 5:1), porque no se estaba dirigiendo a su propio pueblo. No había ninguna razón para enfatizar la relación personal o pacto que Dios había hecho con Israel. En su lugar, Jonás le llama el Dios de los Cielos con el fin de identificarlo como el Creador y el verdadero Dios de todos los hombres.

Bullinger hace el punto de que el término específico, “Dios de los Cielos”, fue utilizado por primera vez en 2 Cron. 36:23, después de que Israel y Judá estaban cautivos, una a Asiria y la otra a Babilonia. Dice en sus notas a este versículo,

Es el título propio de los tiempos de los gentiles, mientras que Dios actúa desde el Cielo, y no desde entre los querubines como Yahweh el Dios de Israel, o como 'el Señor de toda la tierra' (Su título para el Milenio)”.

Al igual que muchos monarcas tienen más de un título, describiendo cada uno una relación diferente con las personas o naciones, así también Dios mismo tiene diferentes nombres y títulos. Él era el Dios de Israel, siempre y cuando Su presencia reposaba sobre el Arca de la Alianza que estaba en medio de Israel. Pero su presencia dejó Jerusalén en Ezequiel 11:23 y descansó durante seis siglos y en el Monte de los Olivos. Su salida definitiva se completó más tarde, cuando Cristo ascendió desde el mismo Monte cuarenta días después de Su resurrección (Hechos 1:3,9,12).

Bullinger dice que durante los tiempos de los gentiles, su título es el Dios de los Cielos. Luego, cuando Cristo regrese, será conocido como el Señor [Rey, Gobernante, Dueño] de toda la Tierra. En otras palabras, era el Dios de Israel mientras los israelitas estaban en rebelión contra él; ha sido el Dios de los Cielos, mientras que las naciones bestia, que recibieron el Mandato de Dominio, continuaron ignorando Sus Leyes; pero Él traerá todas las cosas bajo Sus pies después que Cristo regrese para derribar a todos los usurpadores y para dar el Mandato de Dominio a los Santos del Altísimo (Dan. 7:27).

Mientras tanto, Jonás se refirió a él como Yahweh, el Dios de los cielos, en apelación a la comprensión de los marineros del Creador de “el mar y la tierra seca” (Génesis 1:10). El hecho de que su nave estaba siendo sacudida en medio de la alta mar, mostraba que este era el Dios que había enviado la tormenta como un juicio divino sobre Jonás. El dios del mar no era Neptuno, sino Yahweh.

Además, Jonás era un profeta que representaba no sólo a Cristo, sino también a Israel. Su rebeldía reflejaba el corazón de Israel. Su nacionalismo reflejaba el estrecho pensamiento de los hijos de Israel, que veían a Dios como su deidad tribal. Y el juicio (tormenta) estaba a punto de venir sobre el propio Israel, y los israelitas volvería a ser inmigrantes hebreos en otras tierras.

Pero, por supuesto, la solución final para ellos era emigrar al “país” celestial y a la “ciudad” espiritual que Abraham previó (Hebreos 11:16). El mapa muestra la forma en que ese país estaba por llegar sólo a través del Nuevo Pacto, alcanzable por la fe en Jesucristo.


"¿Como pudiste hacer esto?"

En Jonás 1:10, cuando los marineros escucharon la confesión de Jonás, estaban enojados y frustrados, preguntando: “¿Cómo pudiste hacer esto?” La KJV dice: “¿Por qué haces esto?”

Debido a que la conversación es tan abreviada, no sabemos si en realidad Jonás se explicó o no. Desde la perspectiva del lector, no se nos da la respuesta a esta pregunta hasta Jonás 4:1-3. Allí nos encontramos con que Jonás era un buen nacionalista y no estaba de acuerdo con el juicio de Dios sobre la Casa de Israel. Si Jonás le habría sido confiado juzgar a Israel, habría permitido a Israel ser el pueblo de Dios a pesar de su rebeldía y violación continua de Sus Leyes.

Jonás no quería que Dios salvara a Nínive, porque sabía que los asirios no tardarían en conquistar y expulsar a la Casa de Israel. Irónicamente, Jonás luego fue el mismo deportado como una señal de lo que le sucedería a Israel. Posteriormente, fue tragado por el gran pez, que representa la muerte de la nación, como Oseas 8:8,9 también había profetizado,

8 Será tragada Israel; que se encuentra ahora entre las naciones como un vasija de desecho. 9 Porque han subido a Asiria …

Oseas 7:11 llama a Israel “una paloma tonta”, es decir, una tonta Jonás. Por lo tanto la respuesta de Oseas a la pregunta de los marineros, ‘¿Cómo pudiste hacer esto?’ era simplemente: Jonás estaba actuando tontamente. La respuesta más amplia es que el propio Israel era tonto por pensar que podían dejar de lado la Ley de Dios con impunidad.

Tal necedad ha continuado hasta el momento actual. Y cada generación se ha preguntado por qué Dios ha permitido que las naciones bestia gobiernen sobre ellos con leyes opresivas y tradiciones, hechas por el hombre.


"¿Qué debemos hacer?"


11 Entonces le dijeron: “¿Qué debemos hacer para que el mar se nos aquiete?” - porque el mar se estaba volviendo cada vez más tormentoso.

Es interesante que los marineros no sabían qué hacer con Jonás. Ellos no sabían que juicio había que hacer para satisfacer la Ley de Yahweh por la desobediencia de Jonás. Pero Pablo nos dice la respuesta en Rom. 6:23, “la paga del pecado es la muerte”.

Como tipo profético de Israel, Jonás era culpable de pecado y fue condenado a muerte. Como un tipo profético de Cristo, Jonás tomó sobre sí el castigo por el pecado de Israel y, de hecho, el pecado de todo el mundo (1 Juan 2: 2). En ese Jonás condenado a muerte, profetizaba que Jesucristo también vendría voluntariamente a morir por el pecado del mundo.

Hay dos formas en que los hombres están llamados a condenarse a sí mismos. La primera es a través del juicio ciego (juzgara a quien no se conoce, como David juzgó que había de hacerse al que se había apropiado de la única oveja de aquel hombre), como vemos cuando Natán confrontó a David sobre su pecado con Betsabé (2 Sam. 12:5). Vemos lo mismo en Mat. 21:40,41, cuando Jesús preguntó a los fariseos el juicio que merecían los labradores que habían usurpado la viña.

La segunda es a través del juicio abierto, como lo que vemos con Jonás y cualquier pecador arrepentido que está de acuerdo con la Ley en que la sentencia de Dios es justa. Tales personas están de acuerdo con la Ley, como lo hizo Pablo en Rom. 7:12 y 22, diciendo:

12 De manera que la ley es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno … 22 me deleito con la ley de Dios en el hombre interior.

También debemos apresurarnos a añadir que es casi imposible estar de acuerdo con el juicio sobre nosotros mismos a no ser que también entendamos que el juicio no es el fin del asunto. Después de la muerte viene la resurrección. El someterse a la sentencia de la Ley es seguido por el perdón completo. La muerte es sólo temporal; lo que sigue es la vida inmortal.

No se nos dice si Jonás comprendió que iba a ser librado de la tumba de agua. Debe haber tenido algún sentido de esto, porque era un tipo de Cristo, y Jesús vio claramente la gloria que le esperaba más allá de la Cruz del otro lado del juicio divino.


Arrójenme al mar”

En Jonás 1:12 el profeta les da la respuesta:

12 Y él les dijo: “tomadme y echadme al mar. Entonces el mar se os aquietará, porque yo sé que por mi causa esta gran tormenta ha llegado a vosotros”.

Hay muchos principios espirituales que se pueden aprender de esta instrucción. En primer lugar, como un profeta rebelde, Jonás es condenado a muerte de acuerdo con la Ley de Dios. En segundo lugar, profetiza de Cristo, que iba a morir para salvar a los hombres. En tercer lugar, esta acción podría calmar el mar.

El mar representa “pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas” (Rev. 17:15). Su violencia e ilegalidad se representa en Isaías 57:20,21

20 Pero los impíos son como el mar agitado, ya que no puede estar en silencio, y sus aguas arrojan cieno y lodo. 21 “No hay paz,” dijo mi Dios, “para los malos”.

La paz interior de Dios, que sobrepasa el entendimiento y la comprensión, viene sólo a través de la muerte de Cristo. Sólo por Su muerte se puede calmar “los mares”.

Además, este principio se establece de nuevo cuando Jesús caminó sobre el agua, pues aunque el mar estaba en estado de agitación, se mantuvo en calma debajo de Sus pies. Cuando Pedro, el hijo de Jonás (Juan 21:15), salió de la barca para encontrarse con él, experimentó el agua tranquila, también, hasta que quitó sus ojos de Jesús y comenzó a centrarse en el mar embravecido a su alrededor y empezó a hundirse.

El mensaje, entonces, está claro. Si se inserta a Jesús en el mar tempestuoso, los mares se volverán en calma. En un segundo nivel, cuando los vencedores (representados por Pedro) salen de la barca para ir a Su encuentro, ellos también experimentarán aguas tranquilas, siempre y cuando mantengan su enfoque sobre Él.


El capitán se opone


13 Sin embargo, los hombres remaban desesperadamente para hacer volver la nave a tierra, pero no pudieron, porque el mar se estaba volviendo aún más tormentoso en contra de ellos.

Podemos estar seguros de que los marineros mismos no tomaron esta decisión. El capitán era un hombre honorable, y puesto que Jonás había pagado su pasaje, esperando que el barco lo llevara a Tarsis, el capitán estaba obligado a llevarlo allí. Sus intenciones eran buenas, pero no podía luchar contra el Plan Divino, porque estaba atrapado en el drama profético, y una voluntad superior a la suya estaba dirigiendo los acontecimientos.

Jonás 1:14,15 continúa,

14 Entonces clamaron a Yahweh y dijeron: “Oramos fervientemente, Yahweh, no nos dejes perecer a causa de la vida de este hombre, y no pongas sangre inocente en nosotros; porque tú, Yahweh, has hecho como te ha satisfecho”. 15 Y tomaron a Jonás, lo arrojaron al mar, y el mar se detuvo de su furia.

En los últimos momentos de Jonás en el barco, convenció a la tripulación para orar a Yahweh, el Dios de Israel. De mala gana, tiraron al profeta al mar. Al hacer esto, no estaban actuando proféticamente en el papel de los principales sacerdotes y los fariseos que condenaron a muerte a Jesús. Tampoco ellos representaban el papel de la multitud que engañada exigía, ¡Crucifícale!” (Juan 19:15). En cambio, el capitán y la tripulación de la nave estaban aceptando auto-sacrificio de Jonás y de ese modo jugaron el papel de los que más tarde aceptarían el sacrificio de Jesús en la Cruz. La tripulación oró a Yahweh; los jefes de los sacerdotes no lo hicieron. De hecho, en la parábola de la viña de Jesús, los labradores (principales sacerdotes) dice en Mat. 21:38, Este es el heredero; venid, matémosle y apoderémonos de su herencia. Su intención era usurpar la viña (Reino) para su propio beneficio, mientras que la tripulación de la nave no tenía tal motivo.


Conversión


16 Y aquellos hombres temieron a Yahweh en gran medida, y ofrecieron un sacrificio a Yahweh e hicieron votos.

Temer al Señor con un sentido carnal es tener miedo. Pero a medida que el amor empieza a echar fuera todo el miedo, el temor del Señor significa reverenciarle y reconocer Su derecho a ser obedecido. Yahweh tiene el derecho de gobernar a todas las naciones.

No sabemos nada de la vida de los marineros después de esta gran conversión. ¿Tratarían de aprender las Leyes de Dios? ¿Se desvaneció la memoria con el tiempo? ¿Se volvieron al paganismo? No se nos dice. Sin embargo, el propósito de esta historia bíblica es mostrar que cuando los hombres aceptan el sacrificio de Cristo, se convierten.

Su “votos” de servir a Él, son esencialmente el mismo voto que Israel tomó en la base del monte Horeb, cuando dijeron en Éxodo 19:8, “¡Todo lo que el Señor ha hablado, lo haremos!” Mientras que esto simplemente es un voto de Antiguo Pacto y nunca podría ser cumplido en su totalidad, era aceptable en ese momento, pues era el inicio de una relación con el Señor. Con el tiempo, por supuesto, esa relación necesitaría una actualización.


Tiempo en la tumba


17 Y el Señor designó un gran pez [gadole dag] para que tragara a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre [meah] del pez tres días y tres noches.

La palabra que se traduce “estómago” (NASB) o “vientre” (KJV) es meah, de una raíz que significa “suave”. Se refiere a la “parte más vulnerable”, o los órganos internos. Algunos dicen que fue absorbido por la válvula de entrada de aire de la ballena, donde tendría suficiente aire para sobrevivir. Otros dicen que fue ingerido en el estómago de la ballena, que se ajusta mejor el tipo profético de “en el corazón de la tierra” (Mateo 12:40).

Ferrar Fenton no pasa por el problema al completo, diciendo que el gran pez era el nombre de un barco que pasaba, que lo rescató, y lo llevó en su bodega durante tres días y noches antes de descargarlo en tierra. Si fue así, entonces el nombre del barco hizo que representara a Nínive, “Ciudad del pescado” como un tipo profético. Por supuesto, el mensaje no depende del tipo de “pescado”, a no ser por su conexión a Nínive.


Tres días y tres noches

Probablemente no hay una profecía más disputada que la tres días y tres noches de Jonás en el vientre de la ballena. Su importancia se ha elevado a un nivel febril por los que apuestan el ministerio entero de Jesús en su estancia de 72 horas en la tumba, que es su interpretación de Mat. 12:40,41.

El problema principal, por supuesto, es que Mat. 12:40 es la única vez que Jesús dijo que Él estaría en la tumba por “tres días y tres noches”. En esencia, Él estaba citando a Jonás 1:17. pero en toda otra ocasión, dijo 21 veces que se levantaría al tercer día. La primera vez que se menciona está en Mat. 16:21,

21 A partir de entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, los sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.


Otro ejemplo se encuentra en Lucas 18:32,33,

32 Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido y maltratado y escupido; 33 y después de que le hayan azotado, le matarán; y al tercer día resucitará.

En Lucas 13:32 se define esta frase, diciendo:

32 Y él les dijo: “Id a decir a ese zorro [Herodes], He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.

En otras palabras, “hoy” se incluye en el recuento de tiempo para el tercer día. El tercer día es el día después de mañana, y esta es la forma habitual en que los hebreos contaban el tiempo.

Así que a menos que estemos dispuestos a ignorarlo por completo, debemos o bien tratar de interpretar los 21 estados para ajustarlos a un período de 72 horas, o podemos interpretar la declaración única, tres días y tres noches como una expresión hebrea que significa tiempo continuo.

En otras palabras, ni Jonás ni Jesús pasaron tres días en el corazón de la Tierra, siendo liberados en la noche. Sus pruebas fueron sin interrupción, tanto de día como de noche.


Esta idea se ve en Ester 4:16, donde la reina pidió a la gente que ayunara por ella, diciendo: “No comáis ni bebáis durante tres días, noche y día. Luego, en Ester 5:1 leemos: “Y aconteció que al tercer día” que Ester se presentó ante el rey. No esperó 72 horas.

http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/ffi-newsletter/ffi-2017/04-01-2017-jonah-part-3/

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