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VELOS Y COBERTURAS (2) - Primera Corintios 11 (3), Dr. Stephen Jones



03/06/2017


Nota del traductor:
En todo el capítulo, como es nuestra costumbre, las inserciones en letra azul más pequeña, no son del autor sino del traductor.

Hay muchos temas importantes que no se describen completamente en la Escritura. Esto es especialmente cierto en el Antiguo Testamento. Cuando se dio la Ley, se necesitó más tarde mucha explicación por los profetas; pero los múltiples escritores sólo podían establecer lo que fueron inspirados a escribir, porque la Escritura ha sido una revelación progresiva, verdad sobre verdad, línea por línea. A menudo se nos llama a juntar las leyes, principios y revelaciones de diferentes porciones de la Escritura y ponerlos juntos para una discusión más larga.

Tal es el caso con el tema de velos y otras prendas para cubrir la cabeza. Pero debido a que este estudio debe basarse necesariamente en tantos principios de toda la Escritura, voy a tratar de no hacer este estudio tan complejo como para confundir a los lectores.

En primer lugar, Pablo deja claro en 1 Corintios 11:3 que el velo de una mujer significa su sujeción a su marido. Algunas de las mujeres, sin embargo, se habían quitado el velo como resultado de la enseñanza anterior de Pablo. ¿Qué es exactamente lo que les había enseñado a Pablo que les hizo hacer esto? Como mostraré pronto, creo que fue la enseñanza de Pablo sobre el Nuevo Pacto, esencialmente a la que hace referencia en su Segunda Carta a los Corintios, donde identificó los velos con el Antiguo Pacto (2 Corintios 3:14).

En segundo lugar, Pablo dice que un hombre que tuviera la cabeza cubierta sería una vergüenza. ¿Por qué la creencia de Pablo era exactamente la contraria a la creencia judía de que de un hombre sin tapar la cabeza era vergonzoso? El desacuerdo fundamental de Pablo con los judíos, estaba sobre los dos pactos, y creo que su comprensión del Nuevo Pacto fue la razón principal para este desacuerdo.

En tercer lugar, Pablo muestra que el cabello de una mujer era la original cobertura dada por Dios en el jardín. No hay ninguna razón para creer que Eva estuviera velada por cualquier artificio (hecho por el hombre) para cubrir. De hecho, ninguno de ellos llevaba la ropa física en absoluto. No había ninguna razón para que Eva llevara un velo, al menos no hasta después de su pecado, cuando hicieron para sí ropa de hojas de higuera (Génesis 3:7). Más tarde, Dios los vistió con prendas de piel (Génesis 3:21). Está claro que tal ropa no era parte del mandamiento original, sino que fue una acomodación. A partir de entonces, la ropa se les ordenó, pero sólo hasta que las prendas originales (los cuerpos glorificados inmortales) nos fueran devueltas (2 Corintios 5:1-4).

En cuarto lugar, después de haber pecado, Dios sujetó a la mujer a su marido. Este mandamiento debe haber alterado el orden previamente existente para tener algún significado. Está claro que su relación matrimonial cambió. Esto es algo que he discutido con más detalle en mi libro, Antiguo y Nuevo Pacto Matrimonial (en castellano: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/09/folleto-antiguo-y-nuevo-pacto.html).

Allí yo mostré que la relación de matrimonio original se basó en el Nuevo Pacto, donde el hombre y la mujer eran dos testigos, uno del otro, para conocer la voluntad de Dios en todas las cosas. Lo que vino después se basó en los inevitables desacuerdos que iban a venir a través del pecado y a la disminución de la capacidad de discernir la voz de Dios. Por lo tanto, la mujer estaba subordinada al hombre en la autoridad, no porque el discernimiento del hombre fuera a ser siempre el correcto, sino simplemente porque Eva pecó primero.

En quinto lugar, la obediencia y la sumisión, como tales, no son condiciones permanentes. Aprendemos la obediencia hasta que la Ley está totalmente escrita en nuestros corazones y llegamos totalmente al acuerdo. La obediencia, entonces, debe ser sustituida por un acuerdo, lo que hará que la autoridad (como la conocemos) sea en gran medida irrelevante. Cuando llegamos a un acuerdo con Cristo, así como Cristo estaba de acuerdo con Su padre, entonces podemos vivir de acuerdo con el Nuevo Pacto, que se estableció desde el principio.

Sexto, toda obediencia se basa en las Leyes de la Esclavitud. La esclavitud del hombre no es la misma que la esclavitud de Dios, porque la esclavitud del hombre es auto-servicio. El propósito de la esclavitud del hombre es puramente para servir a los intereses del amo, y las leyes del hombre dan a los amos el derecho de abusar de sus esclavos, e incluso extienden ese derecho hasta poder quitar la vida del esclavo. El propósito de la esclavitud de Dios es poner a los pecadores bajo la autoridad de los justos, para que el amo justo pueda entrenar al pecador en los caminos de Dios. Así que en Gálatas 4:1-3 Pablo compara un niño a un esclavo, incluso aunque él sea el heredero de una hacienda. Mientras él está bajo “tutores y administradores, él todavía está en formación hasta que llega a un lugar de madurez.

Pablo se refiere a las Leyes de la Esclavitud del Antiguo Pacto, donde Israel prometió obediencia (Éxodo 19:8). Él nos dice en Gálatas 4:22 que Agar era una esclava, y en el versículo 25 que ella está en esclavitud con sus hijos. Su punto es mostrar que la Jerusalén terrenal, con su adhesión al Antiguo Pacto, es Agar, la esclava, y sus hijos son los judíos que, como individuos, viven según el Antiguo Pacto. Como ismaelitas espirituales, no son herederos, sino que deben ser “echados, así como Agar e Ismael lo fueron.

Séptimo, Pablo nos dice que la circuncisión física es una señal del Antiguo Pacto. A pesar de que se ordenó, no sólo bajo Moisés, sino tan pronto como en tiempos del mismo Abraham, que no estaba destinada a ser una condición permanente. Dios tenía en mente algo más grande para el Nuevo Pacto, la circuncisión del corazón, que aun Moisés defendió (Deuteronomio 30: 6). Así que Pablo también equipara los velos con el Antiguo Pacto y atribuyó su presencia a la ceguera judía (2 Corintios 3:15) y la esclavitud (2 Corintios 3:17). La eliminación de este velo (cuando se conviertan al Señor, ver 2 Corintios 3:16) trae “libertad”, lo opuesto a la esclavitud.

Cuando juntamos todos estos principios y los relacionamos con velos físicos, es claro (para mí) que si una mujer lleva un velo, está testificando de la vida bajo el Antiguo Pacto. Cuando se quita el velo, está dando testimonio de la vida bajo el Nuevo Pacto. Por supuesto, la eliminación del velo físico no elimina necesariamente el velo del corazón de uno (los ojos espirituales). Puede haber una discrepancia entre la condición interna y la forma externa. Sin embargo, este es el simbolismo expresado en velos.

En la iglesia de Corinto, Pablo vio tal discrepancia. Descartando sus velos, las mujeres estaban manifestando un corazón de rebelión, no la vida bajo el Nuevo Pacto. Si volvemos a la historia del jardín, vemos que Dios mismo puso a la mujer en sujeción a su marido. Por lo tanto, si una esposa se lo quita a sí misma, eliminando su propio velo con el fin de obtener la libertad, esto es en realidad un acto de rebeldía, una revuelta diseñada para obtener la libertad (independencia de su esposo).

El hecho es, que es la responsabilidad del marido establecer su mujer libre (puesto que Dios mismo puso a la mujer en sujeción al marido, como acabamos de leer en el párrafo anterior, es el marido quien tiene la autoridad para juzgar la conveniente madurez de su esposa para desvelarla, y dar paso al matrimonio tipo Sara. Por supuesto, dará cuentas a Dios si no usa esa autoridad para liberarla o emanciparla en el tiempo de Dios, cuando Dios le muestre que su mujer es digna por haber alcanzado la madurez). No es su responsabilidad liberarse a sí misma. Si todas las cosas funcionaron como deberían, el marido debe usar su autoridad para liberar a su esposa, porque ese es el propósito y el objetivo de la autoridad misma. Un buen ejemplo de esto se ve en las Leyes de Restitución, Esclavitud, y Jubileo. Un pecador que no puede pagar una deuda que debe a causa de su pecado debe ser esclavizado (Éxodo 22:3) hasta que se pague la deuda. El amo se encarga de la responsabilidad de amar a su esclavo y enseñarle con el ejemplo los principios de la vida en Cristo, para que cuando finalmente sea liberado, puede llegar a ser un verdadero hijo de Dios. Se podría decir que el propósito de la esclavitud no es perpetuarse, sino nos llevarnos al Jubileo, cuando todos los hombres son puestos en libertad, solamente por gracia.

Así que si podemos usar el modelo Génesis, Eva fue la primera en pecar, y por eso Dios tuvo a bien ponerla en sujeción a su marido. En otras palabras, en términos legales, se convirtió en una sirviente o esclava. Esto no daba a Adán el derecho de abusar de ella, por supuesto; más bien, puso sobre él la responsabilidad de restaurarla, para que pudiera ser puesta en libertad. Pero Adán también era un pecador, y debido a que fue condenado a muerte (mortalidad), fracasó en su responsabilidad. Por esta razón, nos dieron el último Adán (1 Corintios 15:45) para tener éxito donde el primer Adán fracasó.

Sabemos cual era responsabilidad del primer Adán, porque era la misma responsabilidad que el último Adán tomó sobre Sí mismo.

En la imagen a largo plazo, Cristo ha tenido dos esposas. La primera (Israel) se casó en el Monte Sinaí bajo el Antiguo Pacto; la segunda se casará en breve en el Reino bajo el Nuevo Pacto. Estas dos mujeres se representan mediante los matrimonios de Abraham con Agar y Sara, la mujer esclava y la libre. El primer matrimonio de Cristo fracasó y terminó en divorcio (Jeremías 3:8; Oseas 2:2), no sólo para mostrar la insuficiencia del Antiguo Pacto, sino también, del lado positivo, porque Dios tenía algo mejor en mente desde el principio.

Sin el fracaso del primer matrimonio, Él no podía traer el segundo (el nuevo matrimonio). Si el matrimonio del Antiguo Pacto habría tenido éxito, Dios habría tenido una mujer esclava como Su esposa para siempre. Pero Dios quería más que una esposa sumisa; Él deseaba una mujer libre que estuviera de acuerdo con Él, que le pudiera proporcionar un doble testimonio para establecer todas las cosas. Por esta razón, Dios (Cristo) no volverá a recurrir a casarse con personas del Antiguo Pacto, independientemente de sus genes o su descendencia física de Abraham, Isaac y Jacob.

Cuando entendemos esta imagen más grande y el plan general de Dios, podemos ver la importancia de la enseñanza de Pablo sobre el velo del Antiguo Pacto en 2 Corintios 3: 12-18. El velo hecho por el hombre (que indica sumisión a los hombres) no era lo que Dios deseaba en los días de Moisés. Se puso sobre el pueblo (la novia original que se había casado con Cristo en el Sinaí) a causa de su forma de pensar según el Antiguo Pacto basada en el miedo. Ese velo cegaba a la gente a la verdad del Nuevo Pacto y les impedía vivir por los principios del Nuevo Pacto, que Dios quería para nosotros desde el principio.

En el jardín, el cabello de la mujer era su cubierta dada por Dios, y fue también su gloria (1 Corintios 11:15). Después de la llegada del pecado, Dios instituyó el gobierno, que establece el principio general de la sumisión a los hombres. La primera ropa y los velos posteriores, fueron dados como señales de esta sumisión a los hombres. Fue la base de la esclavitud (o servidumbre). Esto no era malo, porque el Antiguo Pacto no es malo en sí mismo; sin embargo, fue una acomodación temporal a la que se le dio fuerza de Ley hasta que los hijos de Dios pudieran ser revelados o manifestados -y con el tiempo, toda la Creación con ellos (Romanos 8:21).

En conclusión, sólo puedo decir que por mi propia experiencia y revelación, mi corazón estaba puesto sobre establecer a mi mujer libre para que pudiera escuchar la voz de Dios para ella y disfrutar de una relación directa con Cristo. Yo no quería que tuviera que pasar por mí para escuchar a Dios hablar, porque sabía ya en 1980 que el propósito del matrimonio era proporcionar un testigo doble, no un sello de goma. El 5 de junio de 1982, rompí a través del velo (cruce del Jordán: muerte, sepultura y resurrección por experiencia personal), y sabía que estaba escuchando la voz de Dios. Diez años más tarde, el 5 de junio de 1992 mi esposa rompió a través del mismo velo, y los dos supimos positivamente que ella también estaba escuchando la voz de Dios. Nuestra relación (entonces) cambió inmediatamente de una relación de Antiguo Pacto a una relación de Nuevo Pacto, y esto ha demostrado ser así cada día desde entonces.

El punto es que ella no tomó sobre sí misma la responsabilidad de liberarse, sino que yo vi esto como mi propia responsabilidad ante Dios. Por lo tanto, no necesita ningún velo físico (¿hemos de suponer que a raíz de haber roto a través del velo dejó de necesitarlo y que antes si lo necesitaba? Pablo habla esto en el Nuevo Testamento y no en el Antiguo; si hubiese sido en el Antiguo podríamos suponer que el velo fuera sólo espiritual; es decir, la sumisión y obediencia temporales de la esposa a su esposo, hasta que ella alcance la madurez y pueda ser emancipada por su marido, entrando ambos en un matrimonio tipo Sara. Por lo tanto creemos que en el Nuevo Testamento no sólo el velo espiritual, sino también el velo físico que lo expresa, son preceptivos hasta que esa emancipación se produzca), porque su pelo es su gloria y cubierta, como estaba destinado a ser desde el principio. Su libertad para escuchar la voz de Dios es la fuente de fortaleza para mí personalmente y para este ministerio en general.

Muchos otros, sin embargo, (según diferentes casuísticas) se han encontrado con dificultades, ya que para que un matrimonio de Nuevo Pacto funcione, el marido y la esposa deben ser capaces de escuchar la voz de Dios (lo cual sólo ocurrirá si ambos han cruzado el velo). Cualquier cosa menos que esto será una mezcla en el mejor de los casos.

En segundo lugar, es a menudo el caso de que una mujer escucha la voz de Dios, pero su marido no. En tales casos, se invierten los papeles. Debido a que no hay ni hombre ni mujer en el ámbito espiritual, la mujer debe encontrar una manera de ayudar a su esposo (¿puesto que la mujer nunca fue puesta en autoridad sobre el varón, por lo que en este caso deberá someterse igualmente a su esposo más inmaduro, yendo a la cruz hasta que el marido madure y reconozca que ha de ser emancipada?).

En tercer lugar, hay casos de maltrato y abuso total. Estos casos no siempre pueden ser corregidos o resueltos, y en tales casos la Ley de Dios provee para una forma menos deseable de liberación, que llamamos el divorcio (ver mi libro Divorcio y Nuevo Matrimonio no es Pecado ; en castellano: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/09/folleto-la-biblia-dice-divorcio-y-nuevo.html) (Véase Deuteronomio 24:1-5 KJV). También se puede escapar huyendo, que puede no incluir el divorcio, ni es necesariamente rebelión. De hecho, cuando un esclavo maltratado se escapaba, la Ley de Dios prohibía a los hombres devolver el esclavo a su abusivo amo (Deuteronomio 23:15).

(Echamos de menos la casuística para solteras y viudas inmaduras y solteras y viudas maduras).


Con esta perspectiva básica, ahora podemos tener un mejor panorama sobre el tema de los velos en las dos cartas de Pablo a los Corintios. Lo que dice en su Primera Carta estaba incompleto, por lo que consideró necesario plantear el tema de nuevo en su Segunda Carta. Es sólo mediante la combinación de los dos pasajes, junto con el cuarto capítulo de Gálatas y otros lugares, que podemos esperar captar la verdad.

Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas

Dr. Stephen Jones

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