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Primera Corintios 15 (5) - NUESTRA ESPERANZA Y LOS PRIMEROS FRUTOS, Dr. Stephen Jones




15/09/2017



Pablo dice en 1 Corintios 15:14,15,

14 y si Cristo no ha resucitado, entonces nuestra predicación es vana, vuestra fe también es vana. 15 Además somos hallados falsos testigos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que Él resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si de hecho los muertos no resucitan.

La doctrina de la resurrección en general es tan fundamental para el cristianismo que si no fuera verdad, entonces todos los testigos cristianos están dando falso testimonio. Si Dios no resucitó a Cristo de entre los muertos, entonces damos testimonio contra Dios mismo cuando afirmamos que lo resucitó de entre los muertos.

Nuestra fe se apoya o cae sobre la veracidad de la idea de resurrección en general y de la resurrección de Cristo específicamente. ¿Por qué? Pablo añade en 1 Corintios 15:16,

16 Porque si los muertos no resucitan, ni siquiera Cristo ha resucitado.

Toma nota de que Pablo está defendiendo la verdad de nuestra propia resurrección. Él está demostrando que NOSOTROS seremos levantados mostrando el ejemplo de la resurrección de Cristo. La resurrección es nuestra esperanza. Porque así como Él resucitó de entre los muertos, así también nosotros seremos resucitados.

El vínculo entre los dos eventos es claro; por lo tanto, nadie puede razonablemente decir que Pablo estaba hablando de dos tipos diferentes de resurrección. No pueden decir que Cristo fue resucitado de una manera, pero nosotros de otra. Específicamente, uno no puede decir que Cristo fue levantado corporalmente, pero que nosotros somos resucitados espiritualmente cuando aceptamos a Cristo por fe, negando así nuestra propia resurrección corporal.


La esperanza de los creyentes
Pablo continúa en 1 Corintios 15:17-19,

17 y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es inútil; vosotros todavía estáis en vuestros pecados. 18 Y los que durmieron en Cristo han perecido. 19 Si hemos esperado en Cristo solamente en esta vida, somos los más dignos de lástima de todos los hombres.

La resurrección de Cristo es lo que nos ha justificado (Romanos 4:25). Sin la resurrección de Cristo, no hay justificación del pecado. Aquellos que niegan Su resurrección no son creyentes genuinos, ni han sido justificados del pecado. En otras palabras, se requería a un hombre griego o de mentalidad griega cambiara toda su oposición cultural a la idea de la resurrección corporal, para convertirse en un creyente genuino.

Si la resurrección de Cristo hubiera sido una mentira, entonces todos los creyentes en Cristo han perecido. Su espíritu no ha ido al Cielo, ni ninguno de los muertos ha sido reencarnado en otro cuerpo para continuar en su camino a la auto-perfección. Los cristianos han puesto toda su esperanza en esta idea de la resurrección.

Juntándolo todo, vemos que la resurrección corporal de Cristo define nuestra propia resurrección. Nuestra propia resurrección es la esperanza de todo creyente. Y como Pablo dice en otra parte en Romanos 8:23, la esperanza de los creyentes es "la redención de nuestro cuerpo". Sin esta esperanza, "somos todos los hombres más dignos de lástima".

Así que no adoptemos la mentalidad de los griegos o las creencias de los gnósticos, quienes aborrecían la idea de que el espíritu y la materia pudieran ser compatibles. La idea de que Dios podía manifestarse en carne humana, cuando "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1:14) era aborrecible para el pensamiento griego. La idea de que el Espíritu Santo habitaría la carne humana en una fiesta llamada Pentecostés era un anatema para el pensamiento griego. La idea de que la solución al problema del mal en el mundo era que la gloria de Dios cubriera la Tierra como las aguas cubren el mar era una extraña absurdidad para aquellos que asumían que la materia era inherentemente mala.

En otras palabras, el fundamento de la esperanza para un creyente en Cristo es radicalmente diferente de otros sistemas de creencias. Uno no puede importar esas otras ideas al cristianismo y tratar de añadir a Jesús a la mezcla, como lo hicieron los gnósticos en la Iglesia Primitiva, y lo que todavía están tratando de hacer hoy, como poderosa facción, no tan secreta, dentro del Vaticano.


La Ofrenda de Primeros Frutos
Después de haber sentado los cimientos de la resurrección como un elemento esencial de la fe en Cristo, Pablo se dirige a las consecuencias o resultados de esta enseñanza. Él dice en 1 Corintios 15:20 comenzando,

20 Pero ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que duermen.

Jesús fue resucitado al día siguiente de la Pascua, según la Ley, para ser identificado con la Gavilla de las Primicias de la Cebada que el sumo sacerdote debía agitar en el templo ese día. La Ley se encuentra en Levítico 23:10,11,

10 Habla a los hijos de Israel y diles: "Cuando entréis en la tierra que yo os daré, y seguéis su mies, entonces traeréis al sacerdote una gavilla de las primicias de vuestra cosecha. 11 "Y él mecerá la gavilla delante de Yahweh, a fin de que seáis aceptados; el día siguiente al día de reposo el sacerdote la mecerá.

El contexto muestra que esta gavilla debía ser agitada poco después del día de Pascua, que era después de que la cebada había madurado. (El trigo necesitaba más tiempo para madurar, por lo que se usaba en la Segunda Ofrenda de los Primeros Frutos en Pentecostés siete semanas más tarde). El texto dice que esta gavilla de cebada debía ser agitada "al día siguiente del sábado".

Los saduceos interpretaron que esto significaba que la gavilla debía ser agitada el día después del sábado semanal, el día que hoy llamamos domingo. Los fariseos disputaron esta interpretación, diciendo que este "sábado" era en realidad el día de la Pascua, que era un sábado, independientemente del día de la semana en que cayera. La resurrección de Jesús no resolvió esta disputa, porque en ese año (33 dC) el día de la Pascua cayó un sábado, y por lo tanto la gavilla de cebada fue agitada el domingo por la mañana -unas pocas horas después de la resurrección de Jesús.

Creo que la tumba de Jesús fue abierta por los ángeles alrededor de las 3:00 de la mañana y que el tiempo coincidió con el nuevo cambio de sacerdotes que llegaban al templo para ministrar durante la semana siguiente. Cuando llamaron, los vigilantes abrieron la enorme puerta de hierro para dejarlos entrar, y al mismo tiempo los ángeles abrieron la tumba.

Los sacerdotes entonces comenzaron a prepararse para el sacrificio de la mañana, y fue durante este tiempo que María Magdalena vio a Jesús en el jardín de Getsemaní (Juan 20:11-18). Él no permitiría que ella lo tocara todavía, porque "todavía no había ascendido al Padre" (Juan 20:17). No podía ascender hasta que el sumo sacerdote agitara el haz de cebada en el templo a la tercera hora del día, porque tenía que cumplir la Ley que el sumo sacerdote profetizaba con sus acciones. Él era, de hecho, la verdadera Ofrenda de los Primeros Frutos, y el tiempo de ella, fijado en la Ley, era importante, para que toda justicia se cumpliera.

Así que Pablo dice que Cristo fue la Ofrenda de las Primicias. Había tres primeros frutos que ofrecían cada año, más allá de las ofrendas individuales de primeros frutos. La Primera Ofrenda de las Primicias tenía lugar el día después del sábado después de la Pascua. Éxodo 34:26 La Biblia de las Américas dice: "La primera de las primicias de tu tierra traerás a la casa de Yahweh tu Dios". Esto se repite en Éxodo 23:19 KJV.

La primera de las primicias era la cebada (Pascua), la segunda era el trigo (Pentecostés), y la tercera era el vino nuevo (Tabernáculos). Cada una representa un grupo diferente de personas. Cristo fue la primera de las primicias; la Iglesia era la segunda ofrenda de las primicias; el resto de la Creación es la tercera ofrenda de las primicias. Cada uno es resucitado de entre los muertos (en momentos diferentes) para ser presentado a Dios.

Cada uno de los primeros frutos representaba una cosecha más grande todavía por venir. Cada Ofrenda de las Primicias santificaba el resto de la cosecha. Así que Pablo escribe en Romanos 11:16 KJV: "Si las primicias son santas, la masa [es decir, el resto de la cosecha] también es santo". El principio de las primicias muestra un punto de partida para una cosecha mayor. Cristo, entonces, fue los primeros frutos de la cebada, cuya presentación al Padre santificó una mayor cosecha de vencedores. (Ver mi libro, Los Vencedores de la Cebadahttp://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/04/libro-los-vencedores-de-la-cebada-dr.html). En este caso, Cristo es el Jefe del Cuerpo de Vencedores.

Estos deben ser contrastados con la Compañía del Trigo, que es la Iglesia en general (Véase mi libro, El Trigo y los Asnos de Pentecostéshttp://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/03/el-trigo-y-los-asnos-de-pentecostes.html). La cebada y el trigo constituyen diversas cosechas, y cada una tiene sus propias primicias que se ofrecen en diversas fiestas. Esto, de hecho, es el fundamento de las enseñanzas de Juan en Apocalipsis 20, donde habla de dos resurrecciones con mil años de diferencia. La Primera es para los vencedores, quienes fueron santificados cuando Jesús fue presentado al Padre poco después de Su resurrección. La Segunda Resurrección es para la Iglesia en general, es decir, la Compañía del Trigo, la Segunda Ofrenda de los Primeros Frutos.

La Segunda Resurrección incluye tanto a creyentes como a incrédulos, como Jesús dijo en Juan 5:28,29,

28 No os maravilléis de esto; porque una hora vendrá, en la cual todos los que están en los sepulcros oirán su voz, 29 y saldrán; los que hicieron buenas obras a una resurrección de vida, los que cometieron malas acciones a una resurrección de juicio.

Por lo tanto, esa resurrección le dará a la Iglesia "una resurrección de vida", mientras que al mismo tiempo al resto de los muertos (incrédulos) recibirá "una resurrección de juicio". Que Pablo comprendió esto así, se deja claro en su testimonio a Félix, donde dice en Hechos 24:14,15,

14 Pero esto os digo, que conforme al Camino que ellos llaman una secta, sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo todo lo que está de acuerdo con la Ley y que está escrito en los Profetas; 15 teniendo la esperanza en Dios, que estos hombres aprecian, que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos.

Esta resurrección no es la Primera Resurrección, sino la Segunda, porque Juan nos dice que la Primera Resurrección estará limitada solamente a creyentes. Él dice en Apocalipsis 20:5,

5 El resto de los muertos no resucitó hasta que los mil años se completaron. Esta es la primera resurrección.

La Segunda Resurrección (en Apocalipsis 20:11,12) es para todos los muertos, es decir, para todos los que no fueron incluidos en la Primera Resurrección.


Las distinciones entre las diversas ofrendas de primeros frutos forman las profecías sobre la resurrección. Tanto Juan como Pablo entendieron esto, habiendo sido instruidos en la Ley, la cual profetizaba de estas cosas. Sin embargo, estamos muy agradecidos a Juan por distinguir claramente las dos resurrecciones en Apocalipsis 20.

Etiquetas: Teaching Series
Categoría: Enseñanzas

Dr. Stephen Jones

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