TRADUCTOR-TRANSLATE

LOS TRES VELOS DEL TEMPLO-TABERNÁCULO, Dr. Stephen Jones



Cuando Pablo hablaba del rostro de Moisés, se estaba refiriendo a la presencia divina que se manifestaba en su cuerpo. En otras palabras, él está hablando de la experiencia de Tabernáculos. En relación con esta historia, Pablo se refiere al hecho de que Moisés velaba su rostro al hablar con la gente, pero se quitaba el velo al hablar con Dios. Un velo se utiliza para ocultar el rostro. En el Tabernáculo de Moisés había tres velos que fueron utilizados para ocultar la gloria del rostro (presencia) de Dios a las personas.
El velo de Pascua separa el Atrio Exterior del Tabernáculo de Moisés del mundo.
El velo de Pentecostés separa el Atrio Exterior del Lugar Santo.
El velo de Tabernáculos separa el Lugar Santo del Lugar Santísimo donde Dios está "sentado" sobre el Propiciatorio.
Uno tenía que pasar a través de un velo para entrar en cada una de las tres secciones del Tabernáculo de Moisés. En otras palabras, un hombre en pie en la parte exterior no podía ver la gloria de Dios en el Lugar Santísimo, porque tres velos se interponían entre él y Dios. Pablo nos dice en 2ª Corintios 3: 16 que "cuando se conviertan al Señor, el velo les será quitado". La mayoría de los cristianos-simplifican esto, tratándolo como si hubiera un solo velo. Dicen que una vez que el hombre es justificado por la fe (la Pascua), que tiene un acceso completo y pleno al rostro de Dios. No se dan cuenta que este es sólo el primero de los tres velos, y que debemos ser transformados "de gloria en gloria" (v. 18).
Como hemos demostrado anteriormente, estas tres secciones del Tabernáculo también estuvieron representadas por los tres principales incidentes históricos que Israel experimentó en su viaje desde Egipto a la Tierra Prometida:
La experiencia del Atrio que significa la justificación por la fe se realizó en la Pascua, cuando Israel salió de Egipto. Querían salir de Egipto con el fin de poder ofrecer sacrificios a Dios y cruzar el Mar Rojo. Estas dos cosas significaban el Altar de Bronce y el Lavacro, que se situaban en el Atrio del Tabernáculo.
La experiencia del Lugar Santo que significa la santificación por la obediencia a la voz de Dios (la Ley) que se suponía llevarse a cabo el día de Pentecostés, cuando Israel estuvo en el Sinaí. Sin embargo, al negarse a escuchar su Voz, no pudieron pasar ese segundo velo para una relación más cercana con Dios. La Iglesia del Nuevo Testamento cruzó a través de este velo en el segundo capítulo de los Hechos. Sin embargo, aun así, hay muchos cristianos que se contentan con la justificación y saben poco o nada de Pentecostés.
La experiencia del Lugar Santísimo, que significa la glorificación del cuerpo, era algo que ni siquiera la Iglesia del Nuevo Testamento estaba dispuesta a experimentar en el libro de los Hechos. Queda para nosotros hoy -en el tiempo señalado de la historia- para que un Cuerpo de creyentes entren en la Tierra Prometida, volviendo a la herencia perdida en Adán. Los que han recibido esta visión tienen esta esperanza de "la redención de nuestro cuerpo» (Rom. 8: 23) por la cual ellos heredarán la Tierra. El resto de los creyentes parecen tener como su esperanza el desprendimiento del cuerpo físico y la entrada en el Cielo como seres puramente espirituales.
Muchos en la Iglesia de hoy creen que es suficiente contemplar la gloria de Dios a través de uno o dos velos, y ellos se contentan con ser justificados o con recibir las arras del Espíritu en Pentecostés. Si nuestra actitud es como la de Israel en el desierto, entonces ¿somos mejor que ellos? Un velo sigue estando sobre la faz de Cristo. Debemos escuchar las voces de Caleb y Josué, ya que nos amonestan a ir más allá de Pentecostés, hasta la promesa completa que Dios ha hecho.
El velo en el rostro de Moisés no significaba ninguna ceguera parcial en Moisés. Moisés fue un tipo de Cristo, quien ha velado su rostro a los hombres que no están listos para verlo cara a cara. El velo, entonces, indica la ceguera en Israel. Pablo dice en 2ª Cor. 3: 15 que "un velo está puesto sobre sus corazones (sus mentes estaban endurecidas)". Las personas se negaron a escuchar su Voz en el Sinaí y se negaron a penetrar todos los velos hasta la misma presencia de Dios. La gloria de Dios y su Verdad se mantuvieron encubiertas, porque el pueblo estuvo cegado parcialmente durante la totalidad de sus días en el desierto. En Deuteronomio 29: 4-5 Moisés al final de su peregrinación de 40 años dijo a Israel,
4 Sin embargo, hasta el día de hoy Yahweh no te ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. 5 Y yo os he llevado cuarenta años por el desierto.
Esta Edad de "iglesia en el desierto" (Hechos 7: 38), y este patrón se ha repetido incluso en la Edad Pentecostal por espacio de 40 Jubileos. Aunque muchos cristianos han roto (cruzado) a través del segundo velo de Pentecostés, ninguno ha roto, de forma permanente, a través del tercer velo de la Fiesta de Tabernáculos. Esto es simplemente porque el tiempo histórico señalado aún no ha llegado. Así que todavía estamos en un estado de ceguera parcial; incluso el mismo apóstol Pablo admitió esto en 1ª Corintios 13: 9-12, (Ver nota 4)
9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará… 12 Por ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido.
Los discípulos en el Aposento Alto en Hechos 2 habían cruzado a través del segundo velo hacia la gloria deslumbrante de Pentecostés. Muchos otros han hecho lo mismo desde entonces. Pero hay más gloria por venir al otro lado del tercer velo, y esta es la "esperanza de gloria" que les espera a los que van a estar delante de Dios con el rostro descubierto y ser transformados a la misma gloria. Moisés fue el primer y principal patrón de este encuentro cara a cara con Dios. Éxodo 33: 11 dice,
11 Y Yahweh acostumbraba a hablar con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo.
Es importante tener en cuenta que cualquiera puede orar a Dios, viviera en los días de Moisés o de hoy. Incluso con sus rostros velados, a los hombres se les permite orar a Dios a través de los velos. No es el derecho de orar lo que está en cuestión aquí. Es una cuestión de cuánto uno puede acercarse a Dios. ¿A través de qué cantidad de velos oramos a Dios? ¿Cuán cerca de Dios está nuestro compañerismo y comunión con Él? La común, pero errónea, respuesta es que todos los que son salvos tienen acceso completo y total a Dios. Esta opinión se basa en gran medida en Hebreos 4: 16,
16 Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
El escritor inspirado (para nosotros Pablo), sin embargo, no nos dice que en realidad todos los hombres entran libremente en el Lugar Santísimo al trono de la gracia. Simplemente, nos insta a hacerlo. La pregunta es cómo hacerlo.
No se puede pasar a través del primer velo al Atrio Exterior sin entrar por la puerta, la cual es Jesucristo.
Así mismo, no se puede entrar en el Lugar Santo a menos que uno sea un sacerdote calificado; esto no quiere decir que uno debe ser un sacerdote ordenado o ministro para acceder al Lugar Santo; cualquier creyente puede ser un sacerdote. Muchos sistemas Iglesia restringen a sus miembros el acceso directo a Dios. Ellos les dicen a sus miembros de que deben acercarse a Dios por medio de sus sacerdotes o ministros ordenados. A menudo quitan al hombre común el derecho de escuchar la voz de Dios por sí mismo (Pentecostés). En otras palabras, les quitan el derecho al sacerdocio. Les dicen que Pentecostés no es una experiencia para los hombres medios. Sólo los sacerdotes ordenados por la Iglesia tienen derecho a escuchar a Dios y luego contar a sus miembros lo que Dios les ha dicho. Al hacer esto, han vuelto a caer en el mismo error que Israel en el desierto. Éxodo 20: 19 dice,
19 Y dijeron a Moisés: "Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos".
En la Edad de Pentecostés todos los creyentes tienen el derecho del sacerdocio para entrar en el Lugar Santo y escuchar la voz de Dios por sí mismos. El sacerdocio ya no se limita a unos pocos, como en los tiempos del Antiguo Testamento, cuando sólo los descendientes de Aarón tuvieron acceso al Lugar Santo. Desde el día de Pentecostés, en Hechos 2, se insta a todos los creyentes a caminar más allá de los velos hasta la presencia de Dios. Cuando la Edad de Tabernáculos llegue, el último velo podrá ser eliminado para aquellos que sean lo suficientemente audaces de eliminar las restricciones y trabas que muchas denominaciones de la Iglesia han colocado sobre ellos. (Ver nota 5)
Otros versículos, entre ellos 2ª Corintios 3: 18 citados anteriormente, nos dicen que el velo se ha eliminado debido a que estamos bajo el Nuevo Pacto. No ponemos en duda la Palabra de la Escritura, sino nuestra comprensión de la misma. La obra de Jesús en la cruz eliminó el primer velo para la Iglesia, abriendo los ojos a una mayor comprensión de Él y su Carácter. Dos meses más tarde, en el día de Pentecostés, el segundo velo fue retirado de los ojos de la Iglesia, y la Iglesia entró en el Lugar Santo a un mayor nivel de comunión con Dios.

Desde entonces, la Iglesia ha sido llamada a preparar sus corazones para experimentar la plenitud de la presencia de Dios. El propósito de Pentecostés no es acostumbrarse a la relativamente escasa luz de Pentecostés, sino que nuestros ojos puedan estar preparados para la gran luz de Tabernáculos. Durante este tiempo, Dios ha permitido que unos pocos entren -al menos temporalmente- más allá del tercer velo hacia la presencia divina plena. Pero estas han sido las misiones de exploración de la luz, diseñadas para abrirnos el apetito para la plenitud de Dios. Mientras que algunos afirman haber entrado de forma permanente a través del tercer velo hacia la plenitud del Lugar Santísimo, es mi creencia que la Ley no lo permite. Al igual que los sumos sacerdotes de la línea de Aarón (que entraban una vez al año), los hombres sólo pueden pasar a través de este velo temporalmente en el tiempo cuando Dios lo permita.

(EXTRACTO DEL LIBRO: Las Leyes de la Segunda Venida, cap. 5)

Artículo relacionado: 

LOS TRES VELOS DEL TABERNÁCULO-TEMPLO, ("Apo. 1-La Revelación de Jesucristo"), Dr. Stephen E. Jones



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.